11: Rigel Enif

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Shaula todavía se tocaba el lado del rostro que había abofeteado su madre. Lo sentía arder todavía, sin embargo le dolían más sus palabras.

¿Cómo podía hablar así de su padre? Lesath jamás había demostrado desapego con Shaula, tenían una afinidad especial que no encontraba ni con su propia madre. Sí, pasó mucho tiempo lejos de ellas, pero era el rey, y Shaula debía aprender la cultura de Baham. E incluso así siempre encontró un momento para visitarlas.

—Tiene un torneo al que asistir, princesa, póngase de pie inmediatamente —ordenó la preparadora irrumpiendo en su alcoba y quitándole la sábana de encima.

«Ya ni deprimirme en paz puedo», pensó Shaula.

La princesa se puso de pie intentando que su lenguaje corporal no exteriorizara su disgusto, y empezó a deshacer la trenza que había hecho su madre en su cabello. Era poco elaborada e incluso en su sencillez no estaba correctamente hecha. La princesa no podía presentarse peinada de ese modo a un evento tan importante.

—¿Qué crees que haces?

Shaula detuvo las manos en su cabello y miró a la preparadora.

—¿Crees que no estoy al tanto de lo que has estado haciendo? —siguió la mujer—. Ahuyentar a tus damas cuando intentan hacer su trabajo, tratar de solventar por tu cuenta asuntos que no te competen... ¿Quieres ser una doncella? Porque ya mismo te mando a las cocinas.

Shaula se mordió el interior de la mejilla y negó con la cabeza.

—No, lady Briane.

—Entonces déjate de malcriadeces y permite que tus doncellas hagan lo que les corresponde.

—Sí, lady Briane.

—Lady Isamar —llamó la preparadora a la chica que esperaba en la salita común de la habitación de la princesa—. Ven aquí y ayuda a la princesa a quitarse sus ropajes. Que quede tan impecable como el tiempo lo permita, no podemos retrasarnos.

La doncella ingresó de inmediato en respuesta al llamado.

Las Merak cumplieron su palabra de vestir la moda de la capital para eventos sociales, pero una de ellas, la menor, todavía imponía un sello descarado sobre su vestimenta. Como entonces, que usaba guantes sin dedos hechos de una red negra que alcanzaba hasta los codos. Nada elegante. Y aunque se le aconsejó usar un collar, solo llevaba una gargantilla extraña, parecía solo una cinta oscura amarrada al cuello.

—Su alteza —saludó lady Isamar.

A Shaula el mal humor le alcanzó el rostro hasta tensar su mandíbula. Ella no había pretendido peinarse por su cuenta, pero haber sido aleccionada por su preparadora, y en un día en el que ya se sentía impotente, lo cambiaba todo.

No quería ser las personas que tuvieran que cruzarse a su lado en ese momento.

Cuando la preparadora las dejó solas, Shaula quiso evitarle el mal gusto a la menor de las Merak, mirando en derredor en busca de las demás.

—¿Y las otras?

—Tenían una reunión importante con sus preparadoras personales sobre su presentación en sociedad. Yo acabé antes para ayudarle.

—Qué grato de su parte, lady Islaymar.

—Isamar, su alteza.

Shaula arqueó su ceño de forma inquisitiva.

—¿Perdona?

—Mi nombre es Isamar.

—Lo lamento —mintió Shaula—. Por algún motivo no puedo retenerlo. No se repetirá.

Monarca [Completa] [Saga Sinergia]Where stories live. Discover now