48: Final

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Shaula iba con sus guardias y su vendida a los aposentos del rey. Llevaba la nota de lady Brianne en la mano y el recuerdo de los labios de Isamar en la mejilla. Lo cual era literal, porque tenía un borrón de pintalabios en el velo.

De camino escuchaba cómo la vendida hablaba sobre, nada más y nada menos, tiburones. Especies casi míticas para una civilización tan alejada del mar. No se dirigía a ella, por supuesto —nunca dirigía más que palabras de agradecimiento y preguntas de interés a la princesa—, pero llevaba bastante distraído a sir Lencio.

—Descuida sus responsabilidades —se quejó sir Aztor.

—Déjelo, sir, se merece una conversación de vez en cuando.

—No durante las horas de servicio.

—No olvide que las horas de cada día durante las que es vigente el servicio de ambos hacia mí, son, de hecho, todas ellas.

Sir Aztor asintió con severidad.

—Me refiero a que estas son las horas de vigilia cruciales. Si alguien la atacara en este momento...

—Nadie va a atacar a la princesa en este momento, en este castillo —dijo sir Lencio con su voz edulcorada por las sonrisas que provocaba en él la vendida—. Y así como no estoy sordo para ignorar tus calumnias, tampoco estoy ciego. La protegeré si es debido.

—Además, no me molesta que socialice con la vendida —opinó Shaula con tranquilidad.

—Ni a mí me molesta el viento, y no por eso quisiera tenerlo en el culo todo el día.

Shaula contuvo a duras penas la risa que el comentario le provocó, y aunque sir Lencio discutió acalorado con sir Aztor por su mala educación delante de la princesa, a ella le agradó la naturalidad con la que había sido tratada.

Llegaron a las puertas de la habitación del rey, donde les avisaron que había tenido que marcharse para una reunión de emergencia en el consejo.

—A la que, reiteradamente, fui excluida.

Shaula no iba a dejar el asunto así, tenía que llegar a su presencia si quería cumplir con lo que Isamar le había exigido.

Llegaron a las puertas del salón donde se reunía el consejo. Estaban entreabiertas por algún descuido, o tal vez la premura de la improvisada reunión. Lo cierto es que Shaula prefirió aprovecharse del momento y escuchar desde afuera, en vez de esperar como ilusa a que los lores hablaran con igual franqueza con ella en medio.

A la mesa del rey se sentaban los miembros del consejo habitual de Ara, a excepción de la embajadora de Baham, además de los miembros más importantes de las casas regentes de los principados de Hydra y Deneb.

Por insólito que pudiera parecer, hasta sir Volant estaba ahí, junto a todos los representantes de Hydra.

Desde que se discutió el futuro de las princesas Cygnus no se disponía de una reunión semejante.

¿Por qué entonces, a tan pocas horas de la partida del rey?

Reconoció a la siguiente persona en hablar como aquella mujer en Ara que le regaló el perfume con su nombre. Lady Indus Sagitar.

Se forzó a recordar las palabras de su padre al mirar a aquella lady, solo para no sentirse desplazada con tan terrible desinterés.

Esa mujer era el símbolo de una casa que hacía temblar muchas otras. Shaula solo era una bebé jugando con vestidos, destinada a escoger, entre un marido y otro, la opción menos terrible.

Lady Indus se veía magna, pero agradable. En definitiva no el roble que era lady Lyna Cygnus, que parecía más un hombre con faldas, totalmente intimidante con sus cicatrices y predilección a los trabajos masculinos. Lady Indus era serena, de vestidos elegantes y palabras condescendientes.

Monarca [Completa] [Saga Sinergia]Where stories live. Discover now