46: Pétalos y poesía

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Unas manos se posaron sobre los hombros de Shaula, en dirección contraria de dónde había sentido provenir la voz, y su respingo fue tal que el corazón se manifestó como si quisiera salirle por la boca

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Unas manos se posaron sobre los hombros de Shaula, en dirección contraria de dónde había sentido provenir la voz, y su respingo fue tal que el corazón se manifestó como si quisiera salirle por la boca.

Isamar se rio abiertamente, y le preguntó qué la había asustado tanto.

Ella intentó mostrarle el fenómeno que había visto, pero al volverse no solo había desaparecido, sino que el lugar se veía más iluminado de lo que recordaba.

—Está pálida, princesa, parece que ha visto un sirio.

Llevó la mano a su frente, ignorando el adorno que colgaba de ella, para conseguirla húmeda a pesar de las temperaturas del norte.

Y su corazón seguía dando saltos desbocados, incapaz de recuperarse del susto.

—Un sirio en vestido de novia, sería más preciso —contestó la princesa con una risa deshecha de toda gracia.

—Pero... —Isamar llevó ambas manos a las de Shaula, sosteniéndola como la doncella preocupada que suponía ser, no como la dueña de las pasiones que en realidad era para la princesa—. ¿Se encuentra bien?

Shaula suspiró y llevó a su pecho las manos de Isamar, aún enlazadas a las suyas, solo para darle una idea de la demencia que había provocado en su corazón. En más de una forma.

—Lo estaré.

La doncella apretó las manos de su princesa una vez y luego las soltó, encogiéndose de hombros.

—Si usted lo dice... Lamento la demora, por cierto. Su valeroso caballero está apostado en la entrada y por poco no me deja entrar.

Alguien, desde algún lado de la biblioteca, emitió un siseo rotundo para exigir silencio.

—¿Valeroso caballero? -preguntó Shaula en voz mucho más baja, casi un susurro—. ¿Sir Aztor sigue afuera?

Isamar entornó los ojos, como si quiera deducir si la princesa jugaba.

—Yo me refiero a sir Volant, el escolta estrella de la gran lady de Hydra.

Técnicamente sir Volant era mucho más que un escolta, pero el comentario expresaba bien sus intenciones.

—¿Qué hace sir Volant en la entrada?

—En palabras suyas: «cuidando de su seguridad». Dice que tiene órdenes suyas de no permitir más irrupciones a la biblioteca, alteza, pero yo insistí diciendo que debía volver por mis pertenencias.

La princesa abrió la boca anonadada, y así mismo la volvió a cerrar. ¿A qué jugaba ese caballero? ¿Qué sirios era lo que pretendía con su persecución?

¿Estaría acechando, haciendo gala de su reputación en las intrigas, para atrapar a la princesa en algo ilícito y así chantajearla?

O, tal vez, pretendía seguir insistiendo con la conversación ya trillada.

Monarca [Completa] [Saga Sinergia]Where stories live. Discover now