23: El poder de las estrellas

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—El evento estuvo intenso

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—El evento estuvo intenso. No sé cómo se evitó una catástrofe —dijo Jabbah en el carruaje. No podían volver al palacio del mismo modo en el que habían llegado a la plaza, no si querían sobrevivir al frío nocturno.

—Tengo un personal lo suficientemente capacitado para ello, prima. —Fue lo que contestó la princesa, a la vez que echaba un vistazo por la ventanilla donde su nuevo guardia hacía de centinela junto a Sir Lencio.

—Pero estuvo cerca. Y todo por el orgullo de una imprudente mujer —añadió Jabbah.

—¿Es imprudencia suya que su marido la abandonara? —inquirió Isamar, quien había pasado todo el viaje aislada y en silencio, pero la oportunidad de refunfuñar había sido suficiente para traerla de vuelta.

—Creo que Jabbah se refiere a la imprudencia de pensar que podía hacer el trabajo de un hombre —se inmiscuyó Shaula. Ella había salvado a la mujer de un terrible destino, tenía la empatía para ello, lo que no implicaba que estuviera de acuerdo con ella—. Se le dio la opción de declararse indigente, y antepuso su orgullo al bienestar de su hijo. Eso es imprudencia.

—Curioso.

Ese comentario entre susurros fue lo último que se escuchó de Isamar antes de que moviera la cortina de su ventana y se perdiera a través de lo que había más allá de ella.

Lady Altair puso una mano sobre la falda del vestido de su hermana, como si así pudiera aplacar cualquier posible nuevo arrebato.

Y a Shaula no le pasó por alto.

—¿Qué?

No obtuvo respuesta de la dama, que seguía perdida más allá de la ventana. Lo habría dejado así, si la mandíbula en tensión de Isamar no diera indicios de todo lo que estaba reprimiendo.

—Isma, te ha hablado tu princesa —recordó Shaula, firme y autoritaria—. ¿Qué, Merak? ¿Qué te parece curioso?

Lady Isamar soltó la cortina y volvió su mirada al frente junto a la de la princesa que con tanta avidez esperaba el fuego de su respuesta, preparada para cualquier temperatura, segura de que nada podría quemarle.

—Curioso que, precisamente usted, alteza, hable al respecto de hacer el trabajo de un hombre de forma tan condenatoria.

—No sabes nada de lo que dices —dijo Shaula, tan brusca que su voz no envidiaría nada el efecto de un golpe—. Mi situación no es siquiera comparable.

—Sin duda, por ello me abstuve de comentar. No se repetirá, alteza.

Fue lo que casi espetó Isamar antes de volver a la ventana con un pulso en su pecho solo comparable con el de aquellos que han escalado montañas.

Shaula se sintió atada de manos, con ganas de tomar a su dama por el cabello tan desastrosamente arreglado y obligarla a mirarle, exigirle una respuesta, recordarle que ninguna conversación estaba acabada hasta que Shaula Scorp Nashira decidiera que así era.

Monarca [Completa] [Saga Sinergia]Where stories live. Discover now