Caperucita y el lobo

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Capitulo Especial: Caperucita y el lobo

** Cuando se use la letra cursiva es cuándo hablan en lenguaje de señas. Cuando se use letra negrita es cuándo escriben **

Una cálida mano me toca el hombro, volteándome lentamente. Frente a mi tengo a mi madre, ella me regala una sonrisa. Con mucha atención, acomoda mi caperuza roja sobre mis hombros y espalda.

-Scarlett, ¿puedes ir a visitar a tu abuela? Hace tiempo que no vas y ella debe de extrañarte.- mi madre se inclina un poco sobre mí, cosa que no es necesaria ya que soy sorda, no ciega.

-Claro, le llevaré esa canasta con pasteles y frutas de ayer. Seguro le gustaran.

Me pongo en pie y subo los escalones de la entrada de nuestra casa, lugar donde estuve sentada. La capa roja que uso sobre el vestido ondea un poco cuando la puerta se cierra tras de mí.

Atravieso el salón hasta la cocina, sobre la larga mesa de madera descansa una canasta de paja, en su interior hay pasteles y frutas secas que mamá compró el día de ayer.

Reviso el contenido para ordenarlo, una vez termino lamo mis dedos uno por uno Espero poder llegar con esto a casa de la abuela, y no devorarlo por el camino.

Suspiro, paso mi brazo por el pasamano de la canasta, dejándola colgar a la altura de mi codo. Salgo de casa y me alejo por el camino de tierra despidiéndome de mamá con un movimiento de la mano.

Mis zapatos levantan el polvo del suelo a cada paso que doy, haciéndome estornudar cuando lo respiro. A pesar de eso, el aire limpio y fresco me encanta.

Llego a la calle principal del pueblo. Esta poco concurrida, algunos comerciantes de frutas están en sus puestos gritando (supongo) para atraer a la clientela. Solo veo como mueven sus bocas y manos señalando la mercancía.

Me encuentro con mi amiga, Laura. Es alta, mucho mas que yo y siempre le han gustado los deportes. Lamentable aquí las chicas no tienen muchas oportunidades en ese sentido.

-¡Scarlett! ¿adonde vas?- Laura se detiene frente a mi y luego de "hablar" toma mi brazo y me arrastra a un lado del camino.-No quiero que nos arrolle una carreta.

-¿Como estas?- pregunto luego de sonreirle. Laura es muy linda, lastima que los chicos solo se fijen en ella para jugar con su corazón.-Mamá me pidió que visite a la abuela, así que voy para allá y le llevo esta canasta con pasteles.

-¿Pasteles?- los ojos de Laura se entrecierran por la gran sonrisa que adorna su rostro. Niego un poco y meto mi mano bajo la manta que cubre el contenido de la canasta.

Le entrego uno de los pasteles y Laura me abraza fuerte. Logro que me suelte soplando en su oído.

-Nos vemos luego, ten cuidado y gracias por el pastel caperucita- Laura se aleja de mi y le da una mordida al pastel. La rodeo para seguir caminando, no me gusta ese apodo y ella lo sabe.

De solo recordar al idiota que me apodó así me enfurezco. Agito la cabeza para alejar esos pensamientos. El aroma a fruta es mucho más fuerte ahora que estoy cerca de los puestos, lamentablemente no tengo tiempo como para perderlo aquí probando fruta fresca. El camino a casa de la abuela es demasiado largo y no deseo regresar a casa mientras oscurece.

Doy unas cuantas vueltas por el pueblo, las carretas y animales ocupan los espacios transitables y me tengo que meter por calles mas pequeñas para llegar a la salida. Aun así, no me demoré demasiado.

Saludo al guardia de la puerta con un leve movimiento de la mano, él ya sabe a donde voy. Siempre hago este recorrido y sabe que no puedo oír. Solo un asentimiento de su cabeza me basta para saber que puedo salir y no me dejaran fuera si no llego a tiempo.

Aun si no me escuchas Where stories live. Discover now