♡ : CAPÍTULO IX

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Jeongin observó a través de su ventana, la noche había llegado más pronto de lo que había pensado, aunque tampoco podía sorprenderse, pues ni siquiera le importaba si era día o noche, su agonía seguía allí, atrapada en su pecho. Su lobo interior ya ni siquiera se presentaba, salvo para aullar por la pérdida de su pareja, algo que estaba carcomiendo el interior del omega y causaba que sus lágrimas se derramaran sin control.

Había pasado un mes entero desde aquella discusión con Hyunjin, como siempre, el alfa había cumplido su promesa y dejó de dirigirle la palabra. Solo se reunían para caminar a la universidad, como sus padres habían pactado anteriormente, pero no hablaban de absolutamente nada. Hwang apenas si se dignaba a mirarlo o percatarse de su presencia. Aquello estaba matando al peliazul, sentir como era ignorado por su alfa y el cómo sus ojos siempre lo observaban con decepción e indiferencia, cuando anteriormente siempre causaba una sonrisa en sus labios.

Yang Jeongin nunca perdía, siempre conseguía lo que quería, siempre resultaba tomando lo que deseaba y solo lo dejaba cuando aquello lo aburría. Nunca le había faltado nada. Nunca le faltó cariño, ni calor familiar, ni dinero, ni coches, ni lujos, ni viajes. Siempre lo quiso todo. Siempre obtuvo todo.

Y ahora había perdido algo que jamás pensó conseguir: el amor de su alfa destinado.

—Hyunjinnie... —observó la caja de regalo que había tomado aquel día, el pequeño presente que Hyunjin iba a entregarle antes de aquel desastre. — quien diría que podrías ser un alfa detallista y romántico.

Jeongin tomó la cajita de música entre sus manos y la abrió para poder ver la figura esbelta y delicada de un chico, un pequeño bailarín que se movía conforme la música avanzaba. Se había preguntado cómo pudo conseguir uno así cuando la mayoría de las cajas musicales traían bailarinas dentro. Sonrió mientras escuchaba la melodía suave resonar una vez más.

—Te decepcioné, ¿verdad?

Entonces recordó la conversación que había escuchado una semana antes. Hyunjin hablaba sentado en las gradas de la universidad con su único y nuevo amigo: Park Jimin, un alfa que iba a la misma clase de Jeongin.

—Entonces... ¿En todo el tiempo que vives aquí, te enamoraste de algún omega?

Hyunjin se quedó en silencio por varios segundos, observando al frente, meditando sobre lo ocurrido y lo que pudo haber pasado si tan sólo Jeongin fuese diferente.

—Me enamoré de un omega hermoso, pero... no era como pensaba. Tal vez hubiese sido mejor no caer ante él, así habría evitado tener un corazón roto, de nuevo.

Y la verdad le dió crudamente, Jeongin supo que por mucho que intentara no recuperaría la confianza del alfa. Él había tenía la culpa y no por lo ocurrido con su ex novio, sino por no haber tenido el valor de aceptar sus sentimientos y darle la confianza que el mayor necesitaba para saber que él no era un simple capricho suyo, que había pasado a ser parte de su vida y que sus sentimientos le pertenecían.

Si tan solo Yang le hubiese dicho antes que lo quería más que un simple capricho, aquello hubiese sido muy diferente. No culpaba a Hyunjin por desconfiar de él y creerle el peor hombre del mundo, Jeongin siempre había jugado con los alfas, siempre los había desechado cuando llegaba a sentirse aburrido y cansado de ellos y, tal vez, aquello era su castigo.

—Innie... —escuchó la voz de su padre omega y no dudó en observarlo con ojos llorosos. — Oh, mi pequeño Jeongin ...

Taehyung se acercó al menor de sus hijos, acurrucándolo en sus brazos, tratando de calmarlo con su aroma para que el dolor que sentía se desvaneciera un poco. Jeongin volvió a llorar en los brazos de su padre, él sabía lo que ocurría. Fue imposible no contarle cuando regresó a casa llorando bajo la lluvia, observando al castaño caminar a su hogar sin siquiera despedirse.

I want it, I got it ❁ HyunInWhere stories live. Discover now