7 | Hasta que el trato nos separe

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7 | Hasta que el trato nos separe


Scarlett

Es extraño como me obsesiono cada vez más con un hombre al que apenas conozco desde hace una semana. No tengo su número. No sé nada de él, pero no puedo sacarlo de mi cabeza.

No dejo de darle vueltas a la posibilidad de que la propuesta de ser su novia falsa tenga un significado más profundo o tal vez ya se la ha hecho a otras y yo soy su última opción.

Todo lo que me intriga se deriva de las suposiciones que mi mente ingeniosa ha creado. Siempre me consideré una chica inteligente y creativa. Quizás ahí está el problema. Quizás me enamoro del potencial de las personas, no de quienes realmente son.

¿Por qué mi radar sentimental parece estar permanentemente sintonizado en puros patanes? ¿Qué falla en mi criterio para que me sintiera atraída por aquellos capaces de hacerme daño?

Este tipo encaja perfectamente en la descripción de un chico malo: mujeriego, millonario, amante de las fiestas, y un mentiroso consumado. Él es todo lo que debería evitar. Y, sin embargo, ahí estoy yo, incapaz de dejar de pensar en él.

Comienzo a cuestionar si estoy perdiendo el tiempo aquí, imaginando la posibilidad de que Christopher me esté esperando afuera cuando decida salir. 

Quizás sea hora de dejar de lado estas tonterías y concentrarme en mí misma por un momento. Pero, ¿cómo hacerlo cuando mi mente vuelve una y otra vez a él, cuando mi corazón salta al pensar en su sonrisa torcida y sus ojos verdes?

Respiro profundamente, intentando despejar mi mente. No puedo dejar que un hombre como él ocupe tanto espacio en mi cabeza. Necesito recordarme quién soy y qué merezco. Y definitivamente, no merezco alguien como él.

Intento desesperadamente plasmar en el lienzo mis emociones, pero nada de lo que dibujo parece tener sentido. Cada trazo es un reflejo de mi frustración, y estoy a punto de tirar el nuevo cuadro a la basura cuando escucho pasos acercarse.

Es Victoria, la dueña de la academia. Entra al salón con una sonrisa amable pero cautelosa. Su presencia me hace sentir aún más insegura sobre mis habilidades artísticas. 

—Scarlett, ¿todo está bien? —pregunta llena de preocupación.

Respiro hondo antes de responder, tratando de ocultar mi frustración. 

—Sí, solo estoy teniendo un día difícil con la pintura —admito.

Victoria me mira con comprensión y su expresión se suaviza.

—Entiendo. A veces, las musas simplemente no cooperan. Pero recuerda que cada obra es un proceso. No todas las pinceladas tienen que ser perfectas. 

Antes de que pueda decir algo más, Victoria continua: 

—Y quería hablar contigo sobre tu participación en la próxima exposición. Creo que tus obras tienen potencial, y me encantaría que formaras parte de ella.

Tal vez no todo esté perdido después de todo. Mientras salimos de la sala de arte juntas, Elena menciona la exposición a final de mes, donde llegarán críticos y artistas de todo el mundo.

—Es una oportunidad increíble para que tu trabajo sea reconocido a nivel internacional. Para asegurar tu participación, necesitarías realizar un pago de 2000 —dice Victoria, y el número resuena en mi cabeza como una cifra abrumadora.

Victoria asiente, comprendiendo mi situación. 

—Sé que es una cantidad considerable, Scarlett, pero piensa en ello como una inversión en tu carrera artística. Puede abrirte puertas inimaginables.

Corazones de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora