5 | Maldito millonario, estúpido, engreído y seductor

3.8K 265 41
                                    


5 | Maldito millonario, estúpido, engreído y seductor


Christopher

La familia es algo tan accidental como la sangre.

Pero aquí estoy, esperando a la mujer que afirma ser mi madre y empiezo a creer que talvez me cambiaron en el hospital cuando nací. Me basta con observar la espectacular entrada de mi madre al restaurante para darme cuenta de que no tenemos nada en común.

Mis ojos siguen a esa mujer mientras se desliza con gracia por el salón, flanqueada por dos imponentes guardaespaldas que se sientan en otra mesa. Observo sus delicados tacones que resuenan en el suelo de mármol, el bolso que probablemente cuesta más que mi último salario, y noto eso que siempre me ha gustado en la simpleza de mi madre.

Cristina no necesita llevar joyas ostentosas para destacar; mi madre irradia elegancia con un atuendo tan sencillo: pantalones de tela fina, una blusa de satén con un cinturón ceñido en la cintura y un saco que le da un aire regio. Sí, esa que parece una reina es mi madre.

Nada que ver conmigo. Poco me importa llamar la atención de la peor manera. Soy consciente de lo fuera de lugar que es la camiseta gris que llevo, la misma que usaré para ir a entrenar cuando acabe está reunión improvisada. Es una diferencia abismal que siempre me hace preguntarme por qué mi familia no renuncia a mí, como yo muchas veces he deseado.

Con un suspiro, me preparo para el encuentro con Cristina, sabiendo que, a pesar de nuestras diferencias, hay algo más que nos une, algo que trasciende la sangre y lo accidental de la familia.

Me pongo de pie con un nudo en la garganta y me acerco a ella. Tomo su mano con delicadeza y deposito un beso en el dorso, mientras uno de sus guardias se adelanta para mover la silla.

—Christopher, querido —me dice con voz suave.

—Es un placer verte, madre —la saludo con respeto, tratando de ocultar la incomodidad que me embraga.

—No sabía que ya habías vuelto a la ciudad.—Su tono parece comprensivo, como si lamentara no haber estado al tanto de mi regreso.

—Sí, regresé hace unos días—le respondo, tratando de mantener la conversación en un tono neutral mientras descubro sus verdaderas intenciones.

La mirada de mi madre me deja desconcertado. Sus ojos parecen buscar algo en los míos, como si no creyera una palabra de lo que acabo de decirle.

Noto cómo desvía su mirada hacia mi camiseta y por un momento, creo que está a punto de decir algo al respecto. Sin embargo, solo sacude la cabeza con un gesto sutil.

—¿Ya te ha dicho tu hermana que se casará en enero? —pregunta, con un tono que intenta parecer casual pero que no logra ocultar completamente su ansiedad.

Asiento con la cabeza.

—Sí, Caroline me hizo llegar la invitación hace unos meses —respondí, intentando mantener un tono casual. Luego añadí con un toque de ironía—: Además, ¿Cómo no iba a enterarme que se casa con uno de mis colegas?

Mi madre me mira con una expresión seria.

—Y supongo que también sabes que habrá gente muy importante en la boda, Christopher —me recuerda con tono firme—. No me gustaría que salgas con alguna de las tuyas o molestes a la hija de algún empresario como sueles hacer.

—Mamá... —empiezo a decirle.

—No he terminado —me interrumpe con firmeza, como si estuviera decidida a hacerme escuchar su mensaje—. Ya es hora de que sientes cabeza, hijo. Basta ya de esos juegos de guerritas que no te traerán nada.

Corazones de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora