40 | La cita

1.1K 107 31
                                    

40 | La cita


Scarlett


El tiempo parece detenerse en este instante. La habitación está envuelta en una calma casi irreal, iluminada por la suave luz que se cuela por la ventana entreabierta. Mis ojos se posan en Christopher, dormido con una serenidad que me deja sin aliento. Observo cada rasgo de su rostro, preguntándome si esto es real o solo un sueño.

Incapaz de resistir la tentación, extiendo mi mano hacia él, anhelando acariciar su mejilla con suavidad. Mis dedos rozan su piel con delicadeza, buscando un contacto que parece trascender cualquier otra sensación. Pero en un instante, todo cambia.

Christopher se despierta de golpe, sobresaltado por mi cercanía. Su reacción es instantánea. Veo el temor en sus ojos, la tensión en su cuerpo mientras se aparta de mí, como si mi simple gesto fuera una amenaza.

—Lo siento, amor. No quise asustarte —murmura, su voz cargada de pesar.

Le miro a los ojos, buscando transmitirle todo el apoyo y comprensión que puedo ofrecerle.

—Lo entiendo —respondo, con voz suave. —Está bien, Christopher. No tienes que disculparte.

Extiendo mi mano una vez más hacia su rostro, esta vez con aún más suavidad, como si quisiera borrar cualquier rastro de miedo que haya causado. 

Christopher permite que me acerque, y con cuidado, nos acomodamos para que nuestras frentes se toquen.

—En el campo de batalla, no hay verdadero descanso —murmura —. Es necesario estar alerta en todo momento, incluso cuando duermes. No puedes permitirte bajar la guardia, porque nunca sabes cuándo puede surgir el peligro.

Lo escucho atentamente, sintiendo el peso de sus palabras en mi corazón. No puedo evitar pensar en todo lo que ha pasado, en las experiencias que ha vivido y que han dejado cicatrices invisibles en su alma.

—Incluso en los momentos de descanso, el instinto de supervivencia está siempre presente.

—¿Es por eso que te cuesta dormir?

Él se ríe, una risa corta pero llena de ironía, y niega con la cabeza.

—No, no es solo eso —responde, con una honestidad que me estremece — Hay muchas cosas que rondan mi mente cuando intento dormir. Pero estar aquí contigo, ahora, me ayuda más de lo que podrías imaginar.

—Me alegra poder ayudarte —digo sinceramente, con la esperanza de que mis palabras puedan ofrecerle al menos un poco de consuelo en medio de sus tormentos.

—¿Y tú, por qué estás despierta tan temprano?  —pregunta, sus ojos buscando los míos con curiosidad.

—Tengo que ir a la oficina —digo con un suspiro, rompiendo el momento de intimidad.

Él frunce el ceño ligeramente. 

—Pero si es sábado —responde con sorpresa evidente en su voz.

—Sabes cómo es mi padre —respondo encogiéndome de hombros, sabiendo que él entiende las exigencias de mi familia.

—Podrías renunciar —sugiere con una sonrisa juguetona, pero sé que lo dice en serio.

—No puedo hacer eso —respondo aunque una parte de mí desearía poder seguir su consejo y dejar atrás las presiones que siento constantemente.

—Al menos podrías hablar con Connor —insiste él, buscando una solución que pueda facilitar las cosas para mí.

Corazones de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora