26 | Garabato

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26 | Garabato


Scarlett

Me estiro perezosamente y mi mano toca algo en el borde de la cama. Lo recojo con curiosidad y veo otro corazón de papel, meticulosamente doblado para mí.

Christopher lleva cinco días dejándome estos corazones y aún no tengo ni idea de qué significan. El de hoy tiene una frase subrayada. Me pregunto qué dice, pero me da miedo abrir la hoja y arruinarlo.  

Decido dejarlo así y lo guardar junto a los demás. ¿Está arrancando las hojas del libro que le regalé? ¿Ni siquiera se tomará la molestia de leerlo?

Una risita escapa de mis labios. Este hombre es un misterio envuelto en enigmas.

Mi equipaje está listo en un rincón de la habitación, pero aún no tengo ni la más remota idea de a dónde vamos. Christopher es completamente impredecible, pero eso es lo que me gusta de él. 

No puedo evitar sonreír pensando en las aventuras que nos esperan. Aunque no sé si eso es bueno para mi corazón. Cada momento con él hará que nuestra despedida sea más dura.

Por otro lado, mi padre cree que este viaje es por negocios y no tengo intención de corregirlo. Él no necesita saber todos los detalles de mi vida, especialmente cuando se trata de Christopher.

Después de guardar la carta entre mis cosas, me aseguro de tener todo lo necesario y salgo de la habitación. Abajo, Christopher ya está esperándome con una sonrisa radiante que hace que mi corazón de un salto. 

—¿Lista para partir? —me pregunta, extendiendo su mano hacia mí.

—¿Aún estoy a tiempo para arrepentirme? —pregunto con una sonrisa nerviosa, sintiendo la adrenalina recorrer mis venas.

—No.

—¡Oh no, qué he hecho! ¡Mejor vuelvo a mi habitación a esconderme bajo las cobijas! —bromeo, exagerando mi preocupación.

—Bueno... Entonces tendré que llevarte cargada.

—Vale, me rindo. 

—Sexy Beast uno, niña problemas cero —dice Christopher con una sonrisa pícara.

—Oye, ¿por qué mi apodo es tan malo?

—Bueno, cuando sugerí poner apodos interesantes, preferiste que fuéramos una pareja aburrida —me replica Christopher con una sonrisa burlona —. Y casi me obligaste a que te dijera "amor".

—Entonces, si te hubiera dicho que me llamaras... no sé, ¿Doodlebug?¿Lo harías? —pregunto con una risa juguetona, mientras caminamos hacia la puerta.

Christopher me mira con diversión, pero luego su expresión cambia a una de confusión. Frunce el ceño ligeramente y trata de repetir la palabra que acabo de decir.

—Doo... ¿Doo... Doodle... qué? —balbucea, con una mueca entre divertida y confundida en su rostro.

No puedo contener la risa ante su intento fallido. 

—Doodlebug —respondo entre risas, divertida por su reacción —. Es solo una tontería, olvídalo

Christopher sacude la cabeza con incredulidad y luego se une a mi risa. 

—¿Y eso que significa? —pregunta con curiosidad, arqueando una ceja.

—Oh, bueno, en inglés es una palabra que significa "pequeña loca" —explico, con una sonrisa cómplice—. Pero también, es como decir que alguien le gusta mucho dibujar o simplemente garabato.

Corazones de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora