12 | La Fiesta

3.1K 213 40
                                    

12 | La fiesta


Christopher

Ese idiota se atrevió a mandarme una orden de la corte marcial. ¿Quién se creía para jugar con mi carrera militar de esta manera? Pero supongo que Harris siempre ha sido así, un típico bufón con demasiado poder y muy poco cerebro.

Así que no tengo más opción. Tengo que enfrentar a Harris de una vez por todas. No me hubiera importado de no ser porque tengo un compromiso con Scarlett y no puedo cumplirlo si estoy en prisión.

Mis manos tiemblan de rabia mientras reviso el papel que sostengo. La orden es clara y concisa: presentarme ante la corte marcial en dos semanas para responder a las acusaciones en mi contra. Acusaciones absurdas, por supuesto, pero Harris ha logrado reunir suficiente influencia para respaldarlas.

Woodside me ofreció retirar la orden si accedía a reunirme con ellos en privado.  Es una oferta tentadora, pero no confío en sus intenciones. Sin embargo, no puedo ignorar la posibilidad de evitar un proceso legal que podría arruinar mi vida y mi compromiso con Scarlett.

Así que aquí estoy, esperando en el lugar acordado, sintiendo la tensión en el aire mientras aguardo la llegada de los dos ancianos que controlan mi destino.

Finalmente, escucho pasos en el pasillo y mi corazón se acelera. Los dos hombres entran por la puerta, con expresiones serias y decididas en sus rostros arrugados. Ambos llegan sin uniformes, como si fuera una misión secreta, y eso me hace sospechar aún más.

—No pienso decir nada sin mi abogado presente.

—No se trata de eso, Ashford —se adelanta Harris.

—Christopher, queremos que asistas a la ceremonia para condecorar a los fallecidos —dice Woodside —. Hazlo por tus amigos: Castells, Forsbach y Olmos. Sus familias estarán presentes, y con más razón, no puedes faltar. Ellos merecen este honor.

Mis manos se tensan con frustración. No puedo creer lo que estoy escuchando. No puedo enfrentarme a sus familias después de lo que pasó. No merezco estar vivo, mis amigos sí.

—No podemos contactar a ninguno de los sobrevivientes de la misión. Eres el único que puede hacer esto.

—No puedo creer que ustedes esperen que yo vaya y ellos no estén presentes. No es justo —respondo con amargura.

Me doy cuenta de que no hay manera de que logre razonar con estos dos. Se aferran a su autoridad como si fuera la única verdad absoluta. Me levanto de mi silla, dispuesto a dejarlos hablando solos.

—Lo siento, pero no puedo hacerlo —digo con firmeza. —Ahora si me disculpan, se me hace tarde para una cita.

Los dos hombres intercambian una mirada antes de que Woodside susurre algo a Harris. Pero ya no me importa lo que estén diciendo. Ese teatrito que piensan montar no va a revivir a mis amigos y yo no seré parte de su farsa.

No puedo creer que conduje dos horas hasta la ciudad para hablar con ese par de idiotas en lugar de ir a almorzar con Scarlett. Me siento como un completo imbécil. Y ahora, mientras me siento en el auto de regreso a casa, los nervios y los recuerdos comienzan a invadirme de nuevo. 

Aprieto el volante con fuerza, tratando de sacudirme estos pensamientos negativos. Me golpeo mentalmente por permitir que esto suceda una vez más. Scarlett no merece esto. 

Maldita sea, no puede estar pasándome esto otra vez. 

No ahora. 

No puedo fallarle a Scarlett.

Corazones de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora