27 | Un beso tuyo

2.2K 159 57
                                    

27 | Un beso tuyo

Christopher

Se tarda un siglo para darse una ducha, pero justo ahora eso me viene de maravilla. Aprovecho ese tiempo extra para hablar con Bernie y asegurarme de que todo esté en orden antes de que Scarlett termine de arreglarse.

Cuando llego a la oficina de Bernie, lo encuentro ocupado revisando algunos documentos. Levanta la mirada al verme entrar y me saluda con una sonrisa.

—¡Christopher! ¿En qué puedo ayudarte? —pregunta, levantándose de su asiento.

—Necesito usar el velero hoy —le informo sin rodeos.

El encargado de la casa frunce el ceño, como si estuviera considerando mi solicitud.

—No estoy seguro de cuándo fue la última vez que alguien lo usó, Christopher. Podría necesitar un poco de mantenimiento antes de que esté listo —me advierte con cierta preocupación.

—¿Pero sirve o no? —insisto.

Bernie reflexiona por un momento y luego asiente.

—Sí, está en condiciones de navegar —confirma finalmente.

—Perfecto, ¿podrías tenerlo listo en una hora?

—Lo que usted ordene, señor.

—También necesitaré que traigas a algunas personas que parezcan huéspedes en el hotel —le informo.

Bernie frunce el ceño, visiblemente confundido por mi petición.

—Lo siento. ¿Podría repetir la pregunta? No estoy seguro de haber entendido correctamente, señor —me pide.

—Necesito que contrates a algunas personas que se hagan pasar por huéspedes en el hotel. Scarlett no va a creer que estamos en un hotel real si no hay otros huéspedes aquí —le digo lentamente como si le estuviera explicando a un niño pequeño —No puede enterarse de que esta propiedad pertenece a mi familia, ¿entendido?

Bernie me mira con incredulidad, como si cuestionara mi juicio.

—¿Está usted bien, señor? ¿No estará exagerando un poco? —pregunta sin ocultar su escepticismo.

—Te pago lo suficiente para que me ayudes con esto, Bernie. Solo hazlo —le respondo.

Justo en ese momento, entra a la oficina una mujer con el cabello recogido en un elegante moño. Es la nueva encargada de la cocina.

—¿Me llamó, señor? —pregunta con cortesía, esperando mi respuesta.

Me levanto de mi asiento y me acerco a ella, extendiendo la mano en señal de saludo.

—¡Hola, Sandra! —la saludo con amabilidad —. No teníamos el placer de conocernos. Soy Christopher Ashford.

Sandra asiente con educación, devolviendo mi saludo con una sonrisa.

—Un placer conocerlo, señor.

—Necesito que vayas al supermercado y crees un menú para nosotros. No te preocupes por el dinero, asegúrate de traer comida suficiente para hacer unos ocho platillos diferentes. No sabemos qué se le antojará a mi mujer —le explico.

Sandra parece un poco confundida por mi petición, pero asiente con profesionalidad.

—Entiendo. Pero eso es... demasiada comida, señor —comenta, buscando aclaración.

—No te preocupes por eso. Si sobra, puedes donarlo a un albergue o a algún orfanato.

Bernie, con una expresión de incredulidad en el rostro, sacude la cabeza lentamente antes de hablar.

Corazones de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora