Refugio

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Ahora que se habían besado pasó lo que Esteban tanto temía: no podía dejar de pensar en eso, ni en Francisco.

Como trabajan en el mismo lugar se veían todos los días, y cada vez que su mirada se cruzaba con la suya le era inevitable no sonreír, solo podía pensar en volver a estar a solas, aunque eso no sucedió por algunos días.

Durante la hora de descanso Esteban estaba almorzando cuando lo vio llegar.
dejó la bolsa de correspondencia en el casillero y salió al patio de comida, dónde estaba él.

saludó a algunos de sus compañeros y se sentó con él, Esteban en los bancos y él en la mesa.

Ninguno dijo nada; Esteban siguió comiendo y él encendió un cigarrillo

-¿de que te reís, Esteban Kukuriczka?-preguntó al notar que una vez más él no podía ocultar la ansiedad ante su cercanía

-no sé-le dijo y era cierto, no sabía porque se sentía tan emocionado, su cuerpo lo delataba

-psicótico

Esteban dejó de comer, apoyó el rostro en una mano y se dedicó a mirarlo.
era tan lindo, tan sereno; poder mirarlo se sentía casi como un enorme privilegio

-¿que?-preguntó acomodando su pelo con ambas manos, dejando el cigarrillo entre sus labios

-me gusta como fumas, como te pones el cigarrillo de ese lado

él sonrió, se aseguró de que nadie los estuviera viendo, y acercó ese cigarrillo hasta la boca contraria.
Esteban le dio una calada profunda sin sacarle los ojos de encima.

-¿queres hacer algo hoy? hay una muestra artística en el centro de bellas artes...

-no

-están...las carreras,no soy un tipo de carreras, los autos no pueden importarme menos,pero...

-no, tampoco

-¿tenes planes?-preguntó levantando una ceja

-¿podemos ir a tu casa?-preguntó él entonces. normalmente jamás se invitaría a la casa de nadie de esa forma, pero realmente quería que estuvieran a solas, necesitaba besarlo de nuevo

-no

-¿no?-la respuesta le había sorprendido y defraudado un poco

-no, no voy a limpiar para vos, Kukuriczka

-puedo limpiar yo-dijo, a riesgo de quedar como un desesperado, realmente no le importaba hacerlo

-no sería un muy buen anfitrión

-puedo cocinar, también...

él terminó su cigarrillo y lanzó la colilla al suelo.
parecía estar pensandolo, cosa que a Esteban le dolió un poco

-¿te gusta la música?-preguntó

-¿a quién no?

él asintió y acomodó su uniforme

-me gusta cuándo haces eso-le dijo, atontado, le gustaba tanto que hasta ese uniforme genético le quedaba bien

-¿que?

-pensar. pensas todo lo que te digo, analizas las palabras

-no, te estoy analizando a vos, Esteban, sos un misterio-dijo sacudiendo su pelo-hoy, a las siete, dame tiempo de limpiar, pero si vas a cocinar

-de acuerdo-le dijo y se quedó allí sonriendo, incluso después de que él ya se había ido.

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1950: 𝐞𝐬𝐭𝐞𝐛𝐚𝐧 𝐱 𝐟𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐬𝐜𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora