Capitulo 26 /prt2

1.7K 213 91
                                    

Miel Vogrincic

Estaba bailando con los chicos cuando de la nada me bajó el porcentaje de mi batería social, me quedé parada mirándolos y aunque estaba muy en pedo no tenía ganas de seguir ahí.

—¿Todo bien?— Matías me miró.

Asentí con la cabeza.

Vi como una chica se le acercaba a Matías y me quedé mirando por si tenía que intervenir.

—Salí de acá, estoy casado y tengo hijos— le dió un empujón despacito con torso del brazo para quitarla.

—Tené cuidado— Simón negó con la cabeza, a penas se le entendía lo que decía.

Vi la hora en el celular y luego seguí bailando como si nada.

—¿Te querés ir?— Juani me miró.

—¿Se quiere ir?— Simón se metió.

Asentí con la cabeza.

—Vamos, yo ya llevo— Simón me agarró la mano —Tambien me quiero ir—

—Llamen a Felipe— Matías nos advirtió.

—Si, afuera le marco— Le di una beso en la mejilla a cada uno y me fui junto con Simón.

Una vez que salimos del boliche, el aire fresco y costero inundó mis pulmones. Sentía que iba en un bondi, todo se movía.

—Por fin—

—Necesitaba respirar— Simón me miró y sonrió.

Por un momento me quedé mirando su expresión facial, ¿Como no me di cuenta lo hermoso que es este hijo de puta?.

—¿Que?— Me sonrió.

—Sos hermoso—

Negó con la cabeza divertido, pasó el brazo sobre mi hombro y comenzamos a caminar hablando de muchas boludeces y grabando todo.

—Vos me hacer acordar... Olvídalo, me olvidé— negué con la cabeza.

—¿A quien?—

—Me olvidé, boludo, en serio—

Me quedé dura intentando recordar, como iba tan borracha choqué con un letrero y caí al suelo. Simón iba boludeando entonces tropezó con mi cuerpo y cayó junto a mi.

—¡Miel!, ¿Por qué no avisas que te vas a tirar al suelo?— negó con la cabeza intentando levantarse.

—Vos no vas pendiente— me levanté afirmandome de él haciendo que nuevamente caiga —Apura que tengo frío—

—Yo te doy mi buzo— se levantó del suelo y se sacudió las manos.

—Dale— sonreí agarrando su brazo mientras caminábamos nuevamente.

—¿"Dale" que?— me miró

—No sé, me olvidé— me encogí de hombros y él también.

—Está helado, no?— Simón se iba tambaleando.

—Algo— le di la razón, estaba hecha un cubo de hielo.

—¿Querés que te dé mi buzo?—

Asentí con la cabeza.

Nos detuvimos y Simón se quitó el buzo haciendo que se le levante la remera.
Miré sin descaro alguno su cuerpo marcado.

—Apa, ¿Así te recibirán en el cielo?—

Yo con alcohol en mi sistema no conozco la vergüenza.

Simón solo rio y me ayudó a ponerme su ropa, me quedaba casi como vestido. Ya que él usa tallas muy grandes, es parte de su estilo.

Vení conmigo || Felipe Otaño Där berättelser lever. Upptäck nu