The Exiled (Dangerous Minds 2)

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  • Dedicado a A todos mis lectores.
                                    

Hola, lectores. Lo prometido es deuda. Aquí les traigo el primer capítulo de la secuela de Dangerous Minds, The Exiled.  La historia continua exactamente donde se quedó, así que no habrá saltos en el tiempo.

Para aquellos que no han leído Dangerous Minds, les recomiendo que lo hagan, puesto que en esta parte  se hacen referencias  a hechos transcurridos durante la primera y puede que no las entiendan.

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                                                                           The Exiled

                                                                                      I

Una vida nueva… Eso es lo que me espera. Una vida alejada de mamá y de Daria, en un lugar lejano que ni siquiera puedo imaginar en mi mente.  A pesar de que Reed está a mi lado ofreciéndome todo su apoyo, no puedo evitar sentir una desazón en mi interior. No sé si podré vivir así y comenzar de nuevo. Después de todo, no soy fanática de los cambios.

La vida que antes llevaba era predecible, pero así me gustaba. Ahora todo es una incertidumbre. Este poder que despertó sin que yo lo previera me cambió de adentro hacia afuera, haciéndome experimentar sentimientos y situaciones que ni en mis sueños más locos concebí. 

Murmullos lejanos me sacan de mis ensoñaciones, devolviéndome a la realidad. Mis párpados se sienten muy pesados, de modo que se me dificulta abrir los ojos. En cuanto los abro me arrepiento, pues una luz cegadora los ataca. Una vez logro abrirlos sin que la claridad me moleste, reparo en mis alrededores. 

Ya no estoy dentro del helicóptero, eso lo tengo más que claro. Me parece que estoy en una clínica o enfermería. El olor a antiséptico es inconfundible, y mi cama está rodeada por un biombo de tela entreabierto. Las paredes blancas no tienen ni una ventana, cosa que desde ya me hace sentir claustrofóbica. Me miro el brazo, notado el brazalete que tengo en la muñeca derecha, de esos que te colocan cuando eres admitido al hospital.

─Al fin despiertas. Me tenías preocupado ─escucho una voz muy conocida.

Volteo a verlo. Lo primero que noto son las sombras bajo sus ojos. Su piel luce más pálida de lo normal, como si no hubiera dormido en días.  Está sentado sobre una butaca reclinable al lado de mi cama, mirándome fijamente.

 Me apoyo en mis codos como puedo para verlo mejor, pero un mareo muy desagradable me sobreviene. Lamentablemente ese es el menor de mis males. Por alguna razón mi cabeza quiere explotar, y mi cuerpo parece haber recibido una gran paliza, de lo resentidos que tengo los músculos.

─No te esfuerces. Todavía estás sufriendo los efectos del ataque de Bruce ─dice Reed, empujándome con suavidad hacia la cama.

No me opongo, sino que me dejo caer sobre el colchón, pensando en todo lo transcurrido en las últimas horas. De solo recordarlo se me eriza la piel; así de horribles fueron las imágenes que me presentó Bruce cuando se metió en mi mente.

─¿Dónde estamos?

Según tenía entendido, íbamos para una base militar, pero nunca me dijeron en qué estado del país se encontraba la misma.

─En South Hills.

Qué irónica es la vida. Antes me moría por venir al sur del estado, lejos de mamá, y ahora que me encuentro aquí, lo que más deseo es volver a North Falls.

De repente se escuchan voces afuera, algo que me llama la atención. Desde donde estoy logro distinguir dos figuras, distorsionadas por el cristal opaco de la puerta de metal. Reed voltea la cabeza hacia la fuente de los cuchicheos suspirando con cansina.

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