Capítulo 5

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Hello! Primero que nada quiero agradecer a todos los que se han tomado el tiempo de leer, comentar y dejarme sus votos en los capítulos anteriores. Son los mejores. :3 De verdad que estoy muy contenta con su respuesta hasta ahora. Y nada, pues aquí les dejo el capítulo. Que lo disfruten. =)

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V

Llegamos al noveno piso, donde se encuentran las salas de entrenamiento. Reed me conduce hacia el encargado, un hombre de mediana edad y cabello cobrizo, quien me sonríe y me pide que le muestre el brazalete. Le extiendo mi mano derecha, observando cómo él lo escanea con una pequeña máquina,  parecida a las que usan las cajeras en los supermercados. 

—¿La sala número dos está bien? —pregunta el encargado, a lo que Reed responde:

—Sí, cualquiera que esté disponible.

El hombre asiente con la cabeza, busca detrás del mostador y le entrega una llave.

—Gracias, Morris.

Continuamos hacia la sala número dos, un cuarto que parece más la celda de una institución mental que otra cosa, con sus paredes y pisos acolchados desprovistos de mobiliario; no hay ni una silla para sentarse.

—Qué lugar tan raro—murmuro mientras me paseo por allí, sintiendo bajo mis pies la blanda textura del suelo.

Reed sonríe, entrelazando los dedos detrás de la nuca.

—Aquí entrenan los Índigos con poderes telequinéticos  —me explica.

Tiene lógica, a decir verdad. No quiero ni imaginar cómo sería si fuera distinto. Pobres bastardos. Terminarían con  los huesos rotos, de tanto estrellarse contra las duras paredes de yeso.   

Reed se echa reír, sacándome de mis locos pensamientos. Sonrío. Me encanta el sonido de su risa, la forma en la que sus ojos brillan divertidos.

—Tienes demasiada imaginación. ¿Cómo crees? No somos tan bárbaros.

 —El tan es lo que lo daña —le respondo riendo.

—Muy graciosa —contesta él, adoptando una postura más seria—. Será mejor que comencemos a entrenar.  Tenemos solo hasta la media noche.

«¿Y eso le parece poco? No son ni las ocho. ¿Acaso me quiere mandar al hospital de nuevo?»

Cuando salgo de mi ensimismamiento, Reed ya se encuentra al otro lado de la habitación en posición de lucha. Por lo visto el desafío va en serio. Su mirada aguzada me dice ese tanto. Al igual que su sonrisa arrogante, la cual despierta mi lado competitivo.

—Dame con todo lo que tengas —digo, poniéndome en guardia también.

Sus labios se ensanchan, haciendo que la adrenalina corra por mis venas. «Ya veras, Reed. Te haré desear no haberme desafiado.»

Como es de esperarse, él es más rápido que yo. Su ataque llega en un abrir y cerrar de ojos, empujando contra mis barreras implacablemente. La presión en mi cabeza aumenta con cada segundo que pasa, al punto que me cuesta concentrarme. Aún así sostengo mi pared. Resolví aguantar hasta el final y así lo haré.

 ¡Demonios! Por más que lo intento no logro enfocarme en mi ataque. Por si fuera poco, apenas llevamos unos minutos y ya me siento desfallecer. El corazón retumba en mis oídos con su incesante tamborileo y gotas de frío sudor bajan por mis sienes. Me duele hasta la raíz de los dientes, de tanto rechinarlos. Patético.

Él no se ve tan afectado como yo. Quizá haya un poco de tensión en su mandíbula, pero no se le nota que esté haciendo mucho esfuerzo. Rayos. ¿Por qué será tan difícil?  Si tan solo pudiera abrir una rendija en su pared, tendría oportunidad de vencerlo.

The Exiled [Dangerous Minds 2]Where stories live. Discover now