Capítulo 4

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 IV

Ya en mi habitación, luego de que Reed me explicara el horario y la rutina de la base, me pongo a revisar  mis pertenencias. No son muchas. Algunas mudas de ropa, el  móvil con su cargador y dos fotos, una de mamá y otra de Daria. Las aprieto contra mi pecho, como si  éstas fueran el tesoro más preciado.  

Me paso el día encerrada en el cuarto, pensando en todo lo acontecido. No tengo deseos de salir, y más cuando no sé navegar bien por aquí. Debí pedirle un mapa a Reed, porque no sabría dónde encontrarlo en este lugar tan confuso.

Termino cerrando los ojos, dejándome llevar por la tranquilidad y el silencio hasta que me quedo dormida. Solo me despierto al escuchar el sonido de la puerta al cerrarse. Parece que mi compañera por fin ha llegado.

«Que no sea una Halley, por favor, que no sea una Halley», ruego en mi mente. Eso sería demasiado para mí, tener que convivir con alguien creída y malvada. 

No me atrevo ni a levantarme, así que la espío por entre mis pestañas mientras me hago la dormida. Desde mi posición en la cama la veo de espaldas.  «Vaya que es alta y delgada.»  Su tez caramelo oscuro hace juego con las espirales de cabello castaño que caen sobre su espalda, un poco más arriba de la cintura. Su vestimenta bohemia —vestido de tirantes multicolor, mayas violetas y botas de cordones—  me hace pensar que su carácter no tiene nada que ver con el de las chicas populares de Olimpia.

—¿Continuarás haciéndote la dormida? —escucho su voz, que se me antoja muy melodiosa, como si cantara.

«¿Cómo diablos me descubrió si me está dando la espalda?» La chica se voltea ofreciéndome una sonrisa. Sus ojos grandes y redondos, de un castaño muy claro, parecen dos piedras de ámbar. . Me apoyo en mis codos para verla mejor, rogando para que no se me note el rubor que sé debo tener en las mejillas.

—Hola, soy Alison, tu nueva compañera —me presento con timidez.

—Me lo imaginé. ¿Sabías que eres la plática de la base? Nunca antes había visto tanto alboroto por la llegada de alguien.

Me incorporo rápido al oír sus palabras. Eso era lo que me temía, que mi llegada se convirtiera en un espectáculo. Si de verdad están hablando de mí,  me conviene saber qué es lo que  dicen. Así que me hago la tonta. A ver si logro sacarle información.

—¿En serio soy tan famosa? —pregunto levantando las cejas.

La chica se mira las uñas con toda tranquilidad.

—Pues sí. Hay muchos rumores corriendo por ahí. Como por ejemplo, que andas enredada con el teniente Thomas.

No puedo evitarlo. Me ahogo en mi propia saliva, lo cual me causa un penoso ataque de toz. La información aquí viaja muy rápido por lo visto. La chica se acerca a la litera y me examina detenidamente, para luego echarse a reír a carcajadas.

—No es cierto.  Te estoy vacilando —dice en medio de risas, tapándose la boca con el puño—. Hubieras visto tu cara. Parecías a punto de un infarto.

Que ni me lo diga; poco faltó para que así fuera. Me recupero en cuanto puedo, tratando de reírme de su broma.

—Te quedó muy buena. ¿A quién se le ocurre?

La chica para de reír, limpiándose las esquinas de los ojos.

—Es una idea loca, ¿verdad? Si fuera así estarías en graves problemas.

Mi pulso se dispara por segunda vez. Me da muchísima curiosidad saber por qué estaría en problemas, pero me abstengo de preguntar. No vaya a ser que sospeche la verdad.

The Exiled [Dangerous Minds 2]Where stories live. Discover now