Capítulo 26

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Estas últimas semanas, incluso con Lara tan pegada, las pesadillas habían sido más atroces que de costumbre. No se habían ido por completo y cada vez eran más vívidas, más reales, más crudas. Al menos estos días los pasé en relativa tranquilidad, las pesadillas se iban en cuanto sentía el olor de Lara o sus brazos rodeándome. Pude dormir más horas en esta semana que en todo el mes. No sé qué pasaba pero esto estaba empeorando.

El día de la venganza fue una mezcla de mi preocupación por Lara y el miedo de que él viniera por mí en la noche. Él, mi eterno demonio, la enorme cruz que siempre traeré a cuestas conmigo. Él y sus infinitas maneras de hacerme sentir un muñeco que podía ser usado cuando quería; él y su forma tan particular de tocarme y de hacerme sentir sucia; él y su impecable figura que aplastó las flores que comenzaban a crecer en mí. Ese día recordé una de las tantas veces que sus manos taparon mi boca para que dejara de gritar, odiaba la bulla más que a nada. Y yo lo odiaba a él.

La desesperación, la impotencia, la rabia, el miedo, el dolor, todo regreso a mí. Esperaba que Lara estuviera conmigo para cuando desperté pero no fue así y eso me puso peor de lo que ya estaba. Tenía miedo de que Olivia la lastimara, de que le hiciera daño y no porque La no pueda defenderse sino porque esa chica tiene formas no muy leales de hacer las cosas. Por mi mente pasaban miles de escenarios que involucraban a mi Lara y me llenaba de miedo pensar en ella lastimada una vez más.

En cuanto escuché su voz y sentí sus manos sobre mí me relajé inmediatamente; la necesitaba ahí conmigo como cada día de mi bendita vida. Busqué sus brazos y me dejé llevar por su dulce olor que tanto amaba sentir. Los brazos de Lara son lo más reconfortante del mundo, son fuertes para protegerme pero lo suficientemente delicados para hacerme sentir todo su amor. Así era mi novia, llena de contrastes que hacían que la amara cada día más; aunque suene un poco imposible.

Me costaba entender lo que me decía, creo que en algún momento le pregunté algo pero no puedo recordarlo claramente. Sólo recuerdo el vibrar de su pecho cuando me hablaba y la suavidad de sus manos recorriendo mi espalda y brazos. En algún momento le preguntaré por lo que le dije o lo que ella me dijo. Por el momento lo único que quería era disfruta a mi Lara, sólo eso. Con ella a mi lado me volvía valiente, atrevida y sentía que podía contra todo. Espero que el vivir juntas me ayude a dejar un poco de todo este equipaje detrás.

Y lo que pasó más tarde esa noche sin duda fue el inicio de algo nuevo. No hay manera en la cual pueda describir cómo me sentí en los brazos de Lara. Un poco temerosa, un poco con dudas pero sabía y sé que Lara nunca me va a lastimar. Me dejé llevar, como ella me dijo y entendí que el contacto puede ser maravilloso con la persona adecuada. Pero sentía todavía el gran lastre en mis tobillos y más apretado que nunca.

Lunes. Ayer fue el primer día que Lara no durmió conmigo y fue lo peor del mundo. Apenas dormí una hora y él se presentó. Papá pasó el resto de la noche conmigo buscando reconfortarme pero no pude. Él se quedó durmiendo a eso de las tres de la mañana mientras yo pasé la noche entera en vela. Cuando el despertador sonó mi rostro estaba inundado de lágrimas y mi mente llena de preguntas, ¿algún día llevaré una vida normal?, ¿podré vencer esto?, ¿tiraré la cruz o la cruz me va a tirar a mí? Las lágrimas fluían tanto que no me di cuenta cuando papá se despertó.

-¿Qué pasa, mi amor?- No dije nada y me escondí en su pecho a llorar.

Hasta antes de Lara, papá era mi único refugio, la única persona en la que confiaba. Claro, Norma y Ofelia tenían "permiso" de tocarme y conocían un poco de mi pasado pero todo era papá. Ese hombre de fe que muchas veces vi quebrarse por la desesperación de no saber qué hacer cuando las pesadillas eran nuestro pan de cada día.

La Hija del PastorWhere stories live. Discover now