17. Espinas en la oscuridad y sangre en la arena

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Hugo abrió los ojos. La luz del sol que se colaba a la habitación por las rendijas de las persianas lo había despertado. Se estiró y vió a los lados, estaba en la habitación de Mica. "Ya los tienen en la mira, no tardara en atacar de nuevo. Es mejor que se queden en el cuartel con nosotros" les había comentado el misterioso joven que había aparecido anoche. Por supuesto los chicos rechazaron la oferta, confiar en un extraño que además cargaba un arma era algo ridículo... aunque ¿Qué no era ridículo de todo lo que estaba viviendo actualmente? Igualmente decidieron hacer caso a su advertencia y no fueron solos a sus casas. Sara llamo a María para ver si podía quedarse en su casa; la chiquilla no lo dudó ni un segundo y le ofreció posada. Luego de acompañarla a la casa, que no quedaba muy lejos de la de Mica, Hugo se fue a dormir en el apartamento de su amigo.

Al llegar a la habitación no hablaron de absolutamente nada. Mica saco una colchoneta de debajo de su cama para Hugo y un par de minutos después cada quien dormía plácidamente. Estaban muy cansados.

El chico recorrió con la mirada la pequeña habitación para luego incorporarse, en ese momento se dió cuenta que su compañero no estaba en la cama. No se preocupó, imagino que había salido a desayunar o algo por el estilo. Hugo volvió a recostarse un momento, tenía ganas de volver a dormir pero su cuerpo le dijo que era mejor que saliera a comer también.

Finalmente logró levantarse. Tomo su franela del respaldar de la silla de la computadora y casi tira sin querer el teclado al empujarla. La pantalla de la computadora encendió mostrando una ventana de correo electrónico.


Acababa de llegar a la parada de autobuses y lo primero que observo fue la cartelera que mostraba el rostro de las personas desaparecidas. Leyó el nombre "Catherine Fields". "Te encontrare..." pensó mientras recordaba el correo que había recibido esa misma mañana. 

No más lo leyó se vistió y salió al punto de reunión sin despertar a su amigo ni avisarle a nadie

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No más lo leyó se vistió y salió al punto de reunión sin despertar a su amigo ni avisarle a nadie. En lo único que pensaba era en encontrar a su amiga y no podía perder la oportunidad de obtener cualquier pista.

El autobús se detuvo enfrente del chico y abrió la puerta.

—Buenos días jovencito —le saludó el chofer —¿Qué haces por aquí? Recuerda que las clases se cancelaron por todo esto de las desapariciones...

—Tengo que ir a buscar unas cosas que se me quedaron —le respondió Mica. Aunque sabía que el conductor del transporte escolar trabajaba como transportista común los fines de semana o cuando no había clases no esperaba encontrárselo.

—Hmm bueno... —esperó que el chico subiera y cerró las puertas. La unidad estaba casi vacía. Un anciano estaba cerca de una de las ventanas, observando perdido las calles solitarias. Una mujer dormitaba con su hija, cargaba una maleta. Y atrás, en el fondo, un muchacho negro con un afro lo observo fugazmente para luego volver a sumergir su mirada en el teléfono. Mica se sentó en el primer asiento junto a la puerta.

La Balada de Omega: Primeros AcordesWhere stories live. Discover now