22. Una salvaje danza de cruce de hojas

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Una pared gigantesca de tierra se atravesó entre Sara y el puño de Samanael. La chica dió un salto hacia atrás justo cuando el nudillo del enorme ser atravesaba la tierra y chasqueó los dedos para convertir el muro en una pared de hielo, atrapándolo. Se giró rápidamente para bloquear un golpe de la guadaña de Rosa y retrocedió unos pasos para que su amiga tuviera espacio para contraatacar. La estrategia no estaba funcionando del todo, Sara arriesgaba mucho dejando que sus dos oponentes se acercaran a ella y los ataques de María no llegaban a ser efectivos. Unas raíces emergieron de la arena blanca y trataron de atrapar a la pelirroja, pero sin éxito alguno, pues ésta las corto rápidamente con su arma. Escuchó un crujido a su lado derecho y se volteó rápidamente para observar que había sucedido, encontrándose con que Samanael había agrietado su prisión helada.

Se apresuró para salir del área de peligro, acercándose a María.

—Ésto no está sirviendo... —le comentó a su amiga.

—¿Qué hacemos?

—No lo sé...

María juntó sus manos para luego separarlas lentamente mientras aparecía una lanza de hierro entre ellas. Sara cogió su espadón y bloqueó un ataque que les llegó desde arriba.

—¿Piensas que podrás ganar huyendo? —dijo Rosa mientras su guadaña negra y el espadón dorado de Sara se chocaban.

Retiró su arma y saltó para dar un tajo que su contrincante bloqueó fácilmente, seguida por su compañera, cuyó golpe casi impactaba en el vientre si Rosa no hubiera usado el espadón para impulsarse hacia un lado. "Muy ágil", Sara soltó una mano del mango de su arma y giró sobre sí para apuntar a Rosa con la mano enguantada justo antes de chasquear y disparar una enorme bola de fuego. "Te tengo" pensó, pero al esparcirse el humo del impacto observó al gigantesco Samanael cubriendo a su Master.

Al caer al suelo Sara se dirigió a su amiga.

—Tenemos que separarlos...

—Yo me encargo del gigante —le dijo con toda confianza, y eso la asustó. María tenía un exceso de confianza, el cual, al parecer no disminuía ni en situaciones como en la que se encontraban.

Se puso en posición e hizo que su espadón se convirtiera en un arco, con el cual disparó media docena de flechas a Rosa. Aunque sabía que no lograría dañarla, por lo menos la mantendría concentrada en ella mientras que María se abría camino hacia su angelino. Observó como detenía las flechas con unos hábiles movimientos de su guadaña y avanzaba rápidamente hacia ella. Convirtió su arco en el gigantesco escudo, que ya la había ayudado varias veces a detener sus acometidas.

—Muy predecible —comentó Rosa, que ahora estaba ubicada a su espalda, justo antes de realizar un corte que Sara no pudo esquivar del todo y le impactó en su brazo izquierdo. La chica se tocó la herida al alejarse un poco de su enemigo y la mano se le empapo de sangre. –. Afín veo un poco de sangre jajaja.

Sara chasqueó los dedos mientras jadeaba y una pequeña flama se encendió en su dedo índice, tenía que cauterizar la herida para no perder mucha sangre, pues de lo contrario se agotaría mucho más rápido. Emitió un débil grito de dolor cuando el fuego hizo contacto con la piel y casi cae de rodillas, pero se controló, tenía que seguir firme. "¿Cómo podre ganar esto?" se preguntaba, aunque su oponente al parecer no dominaba la magia ni el cambio rápido, sí que era muy ágil con la guadaña. Tenía que buscarle provecho a eso.

Transformó el escudo en una katana y se abalanzó contra Rosa en una lluvia de tajos certeros que logró bloquear fácilmente, pero, sin hacer caso a eso, siguió avanzando y redujo la distancia lo suficiente como para que se le hiciera difícil maniobrar un arma tan larga como lo era su guadaña. Rosa se dió cuenta justo a tiempo y dió un salto para pasarle por arriba y tratar de golpearla por la espalda. Sara se volteó, bloqueó el primer ataque y se preparó para chasquear sus dedos cuando algo la impactó en su costado derecho y la hizo caer al suelo. Vió horrorizada que ese algo que la había golpeado era el cuerpo ensangrentado de su compañera.

La Balada de Omega: Primeros AcordesWhere stories live. Discover now