Capitulo 41: ¿Quién?

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(Tyler) 

Por la mañana Haley había ido a la ducha, y en vez de ducharse, que era la manera rápida, decidió darse uno de esos baños de espumas del que una vez pude ser testigo. Y sabía que iba a durar bastante. Por una parte, no quería separarme de ella después de lo que el maldito de Simon Adams le había dicho, pero por el otro sabía que ella quería un momento a solas y no con el jodido fantasma que siempre estaba pegado a ella como una babosa.

Así que aquí estaba, como siempre, en los sillones deleitándome con la televisión que Haley había prendido antes de irse al cuarto de baño. Esta chica ya hasta me leía mente. En eso, las palabras de Simon vinieron a mi mente de golpe: Sigues enamorada de Tyler Ross, como siempre lo has estado. «Haley estaba enamorada de mí», me repetí ya por tercera vez en el día.

Por otro lado, Simon se había pasado cuando empezó a besar a Haley, obligándola a seguir con el beso que ella intentaba evitar. Yo solo quería agarrarlo por la chaqueta y tirarlo por la ventana del edificio. Pero no pude. Y eso había sido lo peor de todo, que me sentí inútil. ¿Y si alguien en algún momento intentaba violar a Haley? ¿Golpearla? ¿Asesinarla? ¿Qué mierda iba a poder hacer yo con eso? Nada. Apreté los puños, intentando calmar la ira que se agolpaba en mí. En conclusión, Simon Adams era un hijo de la gran puta.

Lo peor era que si me ponía en su lugar entendía por qué se había comportado de esa manera. Él estaba enamorado de Haley, además de ser su mejor amigo desde hace años. Y que de un día para otro esta se alejara de él, comportándose de un modo completamente diferente al de antes y mentirle en su propia cara... Pues eso debía doler, y mucho. Además, el alcohol estaba consigo, así que no era 100% Simon. Quizás no lo justificaba, pero por mi parte no iba a culparlo de algo que, como me había dicho una vez Haley, yo podría haber hecho en su lugar.

Haley ya no era la misma, Simon tenía razón en eso. Pero tampoco significaba que debía exigirle ser la chica de la que se había enamorado. Eso no era justo, y mucho menos cuando él tampoco seguía siendo el Simon Adams de un comienzo. En pleno debate interno Anna entró por la puerta con una sonrisa plantada en el rostro. Además, llevaba puesta una camisa que claramente no era de mujer, era evidente, ya que le quedaba enorme. Y creo que sabía a quién pertenecía... A Roy.

Sí, era de él, porque era blanca con un broche donde tenía las siglas de su equipo favorito de fútbol americano. Al igual que el mío. En eso, Anna caminó a los sillones y se echó a ellos soltando un suspiro. No podía creer que esos dos se hubieran acostado... al parecer Roy había jugado bien sus fichas, pero el punto era: ¿Qué iba a pasar ahora? Como si me hubiera escuchado, el teléfono de Anna comenzó a sonar, y al acercarme pude ver que se trataba de Roy.

—Sí, llegué sana y salva —fue lo que le dijo Anna de inmediato mientras por la otra línea Roy hablaba.

—¿Quieres salir a almorzar? Luego podemos ir a algún lugar a pasar el rato. ¿Recuerdas esa heladería a la que íbamos de pequeños?

—Espera, Roy, no vayamos tan rápido... Lo pasé genial anoche, pero también soy madre, y no he estado con Haley últimamente. Si quieres mañana vamos a la heladería. ¿Te parece bien?

—¡Claro! Mándale saludos a Haley de mi parte —noté la incomodidad con la que hablaba.

Luego Anna se despidió cortando la llamada. Yo me quedé observándola, porque había cambiado su expresión a una reflexiva, en la que se quedó mirando la nada un momento, seguramente recordando ese pasado del que yo no conocía nada pero necesitaba saber qué diablos había sucedido.

En eso, se escuchó cómo Haley debía estar levantándose de la bañera, a lo que Anna salió corriendo hacia su habitación, ya que al parecer no quería que Haley la viera vestida de esa forma, y mucho menos si se trataba de Roy. Yo me quedé mirando la puerta del baño, que estaba justo al final del pasillo, esperando a que Haley saliera. No habíamos cruzado palabra desde que nos habíamos despertado, y me ponía algo inquieto. Pasaron cinco minutos hasta que Haley abrió la puerta. Me sorprendió verla vestida con unos pantalones de chándal y una sudadera negra, sin olvidar sus anteojos de botella.

Mi Ángel Guardián II: La mentira mataWhere stories live. Discover now