2. Vivir por su recuerdo.

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Apoyé mi cabeza en el frío metal del auto blindado que se movía al ritmo del rocoso camino.

Estaba cansada y de alguna manera las palabras de Angelique rebotaban en mi cabeza al igual que esta lo hacía contra la pared cada vez que pasábamos un bache.

Una sola instrucción y como blanco un solo sujeto, sin embargo, me causaba curiosidad la manera en que se había esmerado por mantener su existencia únicamente entre las dos cuando en un caso normal se hubiese dirigido a mi en publico encargándome sus deseos.

- Dexter - repetí en un murmullo preguntándome si era un nombre o un apodo, mientras mi mente recorría la imagen que Lucif había mandado a mi lente en la que apenas si se observaba la "D" en la parte trasera de la chaqueta del sujeto en cuestión - Es ridículo - me burlé sin poder evitar pensar que era totalmente ilógico usar algo por lo que le pudiesen reconocer.

Mis opciones giraban entre narcicismo y un propósito oculto para el momento en que Novak se sentó a mi lado iluminado por la potente luz de su computadora.

- Ese tipo de iluminación debería ser ilegal - solté tomando la tapa de la laptop y cerrándola de un solo golpe.

- ¡No hagas eso!- chilló de inmediato revisando que todo estuviese en su lugar y enseguida colocandola a un lado suyo - ¿Que hubiese pasado si algo se hubiese cerrado o dañado por tu malcriada decisión?

- Quizá hubiese sido menos grabe que lo que te ocurriría a ti si hipotéticamente me llamaras malcriada - repliqué dedicándole una mirada que recorrió la oscuridad con la eficacia para hacerlo sobresaltarse.

- Eres un caso excepcional, Diablita- murmuró llevando su mano a su nuca y girando su mirada en la dirección contraria - Quizá por eso Lucif te encargó la verdadera clave de la misión.

- ¡¿Qué has dicho!?- Rugí girándolo de un solo movimiento para encontrarme con una sonrisa algo burlona y llena de satisfacción - Se supone que era una conversación privada, ¿Qué tus padres no te enseñaron a respetar los derechos fundamentales?

- ¿Sabes? mis padres me enseñaron a sobrepasar los mejores firewalls sin ser detenido, a infiltrarme por puertas traseras de sistemas enteros, a descifrar códigos como si de nombres se tratara e incluso a realizar un hackeo total antes de que el segundero diera la vuelta. La verdad no creo que la privacidad fuese su primera opción.

Rodé los ojos resoplando y moviendo ligeramente uno de los mechones que se negó a dejar su puesto sobre mi rostro.

- Además - continuó girando en mi dirección y tildando ligeramente su cabeza - No confío en la seguridad de tu privacidad desde la ultima noche de la semana anterior.

Fruncí el ceño notando a que se debía su repentino cambio de actitud desde el chico bueno sabelotodo hasta el insoportable delirio que había estado intentando chantajearme y hacerme flaquear las ultimas horas.

En efecto, unas noches atrás había tenido un pequeño ataque de nervios nocturno producto de un recuerdo que se había escapado del cajón en el que lo había mantenido guardado. Cuando desperté las lagrimas corrían por mis mejillas de una manera que ni yo reconocí y mi sentimiento de vulnerabilidad fue tal que mis brazos se aferraron al rededor de la persona que casualmente había escuchado mi estúpido llanto y había corrido en mi rescate.

Subí la mirada hasta su rostro autodidacta que no dejaba de causarme algo de gracia y no pude evitar sentirme algo agradecida por haberle tenido en aquel momento de colapso.

- Pareces un cachorro recién nacido- comenté ante su expresión para rápidamente alargar la mano hasta su rostro y con un ligero agarre retirar sus gafas, queriendo solo juguetear con ellas entre mis dedos.

Sin reglas ni principios 2Where stories live. Discover now