Capítulo 7: Declaración de guerra

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Sinai:

Mi madre y yo preparábamos en la isla a los otros gigantes para invadir y matar a todas las personitas del reino, mi mama por ser la reina iría ella primero con los otros gigantes comandándolos y detrás iría ella.

Las personitas de reino empezaron a sentir ciertos temblores como si la tierra se moviese, muchas de sus casas se cayeron, todos pensaron que solo eran temblores, algo muy normal, pero estos cada vez se hacían mucho más fuertes y muchas casa fueron cayendo poco a poco, lo que no imaginaban era que los gigantes venias por ellos.

La reina estaba por llegar, cruzaba el mar como si fuera un simple poso, los otros gigantes muy animados y con ansias de carne humana no podían hablar pero entendían a la reina y cada vez que la ella los animaba para que fueran más rápido los gigantes brincaban en el agua haciendo que la tierra temblara y grandes olas se formaran pero aun así no estaban lo suficiente cerca para que las olas causaran algún daño.

Finalmente luego de unas horas mi madre llegó, pero sus seguidores eran más pequeños que ella así que tardarían un poco más, la reina decidió empezar con la destrucción ella sola así que con un solo brinco toda la tierra se estremeció, los habitantes del reino corrían por todos lados buscando refugio pero era algo imposible muchas personas murieron por que las pocas casas que quedaban les caían encima. Luego de un momento se escuchó una calma muy aterradora junto con el sonido del viento que chocaba contra algo muy grande; Era la reina, estaba al borde del reino parada viendo a las personitas huir, la reina por causar pánico y que la matanza se hiciera más divertida decidió gritar para que se dieran cuenta que estaba ahí. Cuando las personitas escucharon el grito casi ensordecedor se percataron que había algo muy grande parado al borde del reino, incluso se podía ver como su enorme sombra tapaba la luz del sol.

Alejandro:

Me desperté esa mañana sintiendo unos pequeños temblores, salí rápidamente de mi casa pero todos pensaron que era un pequeño terremoto así que no se alteraron mucho. Comencé a hacer cosas de mi trabajo que constaba de cargar cosas muy pasadas y justo en ese momento pensaba en lo mucho que una amiga gigante me haría falta, ya que esos cargamentos de comida los podría cargar con dos dedos y con un par de pasos los llevaría al otro lado de la ciudad, pero al pasar de los días, las esperanzas de ver a mi enorme amiga se iban esfumando. De la nada empezaron unos temblores mucho más fuertes que derrumbaron casas y edificaciones, la gente asustada comenzó a huir y a sacar las cosas importantes de sus casas, cesaron los movimientos de la tierra pero había mucha confusión en las calles, de pronto una sombra inmensa cubrió el sol, era la madre de Sinai. Me encontraba extrañado ya que no sabía que hacían aquí. En eso ella pegó un gran grito que dejó a todos ensordecidos y luego con un saltó, al caer, toda la ciudad y la tierra se estremeció. La gente por la fuerza que generó ese saltó volaba por los aires, parecía que lo disfrutaba. Sin dudarlo tomé un caballo y las cosas que pude para huir de ahí. Ya que en pocas palabras era una declaración de guerra.

TembloresWhere stories live. Discover now