Capítulo 11: La última esperanza

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Sinai:

Estaba profundamente dormida pero cuando intenté moverme sentí que no podía y luchaba mientras dormía porque pensaba que era un simple sueño, pero cuando desperté noté que estaba atada completamente de pies a cabeza y que alrededor de mi había personitas.

Me levanté con gran fuerza, las cuerdas que me tenían atada se rompieron como si fueran simples hilos viejos, cuando las personitas se dieron cuenta de que había escapado empezaron a correr muy atemorizados pero era imposible huir de mí. Muchos me gritaban que por favor no los matara, que tenían hijos, pero estaba ensordecida de furia y con sed de venganza, así que hice caso omiso y todo lo que se movía lo pisaba o lo comía, destruí muchos hogares. Ya no quedaba nada de ese pueblo.

Pasaron muchas horas, se estaba haciendo de noche y ya no quedaba casi rastro de ninguna persona así que decidí volver a descansar y seguir buscando más personitas para seguir matándolas al día siguiente. Busqué un lugar y me recosté pero noté que cerca de mi había algo bajo tierra, algún tipo de sótano y para mi gran sorpresa había personitas vivas. Mientras descansaba decidí distraerme un poco y metí mi enorme mano en el sótano y saqué a varias personitas.

Las torturaba por placer, les arranqué los brazos y las piernas o los pisaba. Esto siguió hasta que no quedo más nadie y por fin me quedé dormida.

Alejandro:

Los días pasaban y solo escuchaba noticias de que la gigante lo destruiría todo y no había esperanza. Todas las fuerzas armadas eran vencidas como si fueran un juego para ella.

Sabía la forma de vencerla, pero también sabía que si encogía a Sinai la asesinarían y el en el fondo le tenía aprecio por salvarme la vida.

Una noche estaba en un lugar comiendo y llegó una señora llorando por la muerte de su hijo, tenía en sus brazos algo en vuelto pero no se distinguía bien. Me acerqué a ella para tratar de ayudarla ya que se veía deshidratada, en eso se reveló lo que tenía en vuelto entre las sabanas y era el brazo de su hijo de 7 años, en ese momento entendí que esto debía acabar. Tomé mi caballo y me dirigí al reino más cercano antes de que Sinai llegará a él.

Al llegar, en la gente se veía el caos y la angustia, sabían que eran los siguientes. Fue muy difícil conseguir una audiencia con el rey, pero cuando dije que podía vencer a la gigante, me dejaron pasar muy fácil.

El rey desesperado me preguntó cuál era el secreto y le dije que el collar era su punto débil y también le dije que tenía un plan. El plan consistía en tomar un ejército y ponérselo de frente para distraerla mientras otro grupo silenciosamente escala su cuerpo hasta llegar al collar y ahí cortárselo. Parecía una misión suicida pero tocaba hacerlo.


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