Capítulo 18: Sentimientos

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Sinai:

El gran día de la fiesta llegó, como era de esperarse no sabía que ponerme, jamás había ido a una fiesta, ni sabía lo que era.

Leonardo me tenía una sorpresa, me había comprado un vestido, él quería que los dos fuéramos combinados, a mi me daba igual lo que me tocara ponerme, si era por mi iba descalza y con un camisón.

Lo único que me interesaba era mi collar y encontrar la manera de poder quitárselo a Ana.

A Leonardo realmente le interesaba y quiso hacer que nos viéramos como una pareja.

Al llegar a la fiesta todos quedaron sorprendidos por mí, me veía muy diferente a como me encontraron en la isla, incluso me veía mucho más bella que las otras chicas. Noté que todos los amigos de Leonardo me miraban, tenía miedo de que supieran la verdad sobre mí, sospechaba que todos lo sabían

-¿Que pasa? ¿Por qué todos me miran?

-¿A caso no te das cuenta? –Me preguntó Leonardo.

-No, yo no he hecho nada.

-No se trata de algo que hiciste, es que te ves muy diferente a cuando te encontramos en la isla.

-¿Diferente? Yo soy la misma, no sé de qué hablas.

Leonardo olvidó el asunto, él pensó que era demasiado modesta como para notarlo.

Leonardo me llevó a una mesa.

Mientras el buscaba algo de tomar para los dos, Ana que vio que me quedé sola por unos minutos y decidió acercarse

-Ya veo que te estás aprovechando de Leonardo, no creas que porque uses ropa nueva Leonardo te prestara atención, él es mío y ni porque te pongas cualquier cosa cambiaras. Eres y siempre serás la vagabunda de la isla.

Ana estaba muy celosa y enojada. Mientras me decía todo eso repentinamente le dio un fuerte dolor de cabeza que casi la tumba al suelo, solo la miré con indiferencia pero cuando la observé bien noté que traía mi collar puesto. Con la intención de quitarle el collar, simulé que la ayudaba pero Ana era muy orgullosa y no se dejó. Leonardo mientras iba a la mesa a donde me había dejado, vio todo lo que pasaba

-¿Ana estás bien? ¿Qué ha pasado? –Preguntó Leonardo.

-No lo sé, se sintió un poco mareada, la intenté ayudar pero ella no me dejó.

Varias amigas de Ana la llevaron a su habitación a que se recostara y se tomara algo. Al acostarse en su cama a la mente de Ana llegaron muchos pensamientos e imágenes muy intensas de gigantes y ella siendo tan grande como un rascacielos, pero eran muy confusos y poco claros.

En ese momento Ana se quitó el collar y se comenzó a sentir más tranquila. Quería ir a la fiesta pero sus amigas accedieron a quedarse un rato más con ella. La fiesta seguía pasando y poco a poco le iba dando sentido a las cosas que Leonardo hacía por mí y pensé que nadie había hecho nada lindo por mí nunca. Comencé a pensar que quizá no todos los humanos eran malos.

Sonó una canción lenta, Leonardo se levantó y me dijo -Vamos a bailar.

-No. Yo no sé bailar.

-Ven. Te enseñare -Dijo mientras me jalaba fuerte por el brazo.

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