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Estaba decidido. Sabía que de ahora en adelante estaría sólo, ya no le importaba. Tal vez nunca le había importado, siempre había estado solo. La única vez que se sintió "feliz" fue cuando estaba con Bill, pero, ¡Oh cierto! Él ya no estaba, lo había abandonado ese hijo de perra.

-Mamá, ya no quiero sentirme solo.

-¿Solo? -preguntó- Nunca lo has estado. -afirmó.

-¿Toda la familia se destruyo?

-Sí.

Entonces las lágrimas se asomaban y un sentimiento horrible hacia en su pecho. Todo se derrumbaba ante sus ojos, la vida que había llevado, las personas a las que había considerado alguna vez amigos, pero en esta situación; no sabía quién estaba a su lado y quién en su contra. Ni él, ni su madre, ni su hermana, ni Bill, ni nadie lo sabía. A partir de ahora así supusieron todos que sería, ahora era ley. La ley de "no confíar en nadie". Ellos lo sabían.

-No lo sé. Una tarde que llegó un oficial, más tarde ella ya no estaba. Solo había una nota. Pero está bien, estoy segura que volverá y que seguro está con tu abuela- suspiro con tristeza.

Las lágrimas corrieron nuevamente por sus mejillas, no podía más, no quería perder a otra persona más. Menos a su gemela; no iba a volver, estaba seguro, ¿Cierto? Cómo fuera, todo a su alrededor estaba hecho mierda, no se iba a recuperar de esto, al menos no tan fácilmente.

-¿Porque tenemos que huir?

-Te quieren apartar de mi lado. Y al menos, sino estás conmigo quiero que huyas, quiero que te vayas muy muy lejos, donde nadie te conozca. Dipper, quiero que seas libre... -susurró rota.

-¿Solo? Todas mis esperanzas y mis sueños son una mierda. Soy un maldito desastre, por dentro y por fuera, más aún solo - apretó sus puños con fuerza -, no puedo más, ¿que sentido tiene la vida si voy a estar solo? -su tono de voz aumentaba.

-No levantes las voz. -dijo molesta.

-¡¿Y a quien le importa?! -gritó enojado y llorando- ¡Estamos solos en este pasillo, ¡¿No?! ¡¿No acaso Bill lo rento todo el maldito pasillo para mí solo?! ¡Podría salir allí afuera y hacer todo el desmadre que quisiera y nadie me diría nada! -señaló la puerta eufórico.

-¡Cállate! -gritó la mujer- ¡No me interesa incluso si él compró incluso todo el maldito hospital! Te callas y punto. No te estoy preguntando si quieres, te lo estoy ordenando.

-¡Sé que no te interesa nada! ¡Porque si te interesara una mierda de verdad, nada de esto estaría pasando! -gritaba enojado, con resentimiento hacia su madre.

-¡Por dios Dipper! ¡¿De verdad crees que no me interesa nada de esto?! -alzó las manos al aire con enojo; una mueca de una mezcla de dolor, enojo, y miedo se reflejaba en ella.

-Pues eso parece... -dijo neutro, cruzado de brazos y con una mueca de disgusto.

Ambos se quedaron callados. La tensión se podía sentir. Otra cosa, ambos lloraban, ambos expresaban su tristeza; era algo trágico que ambos tuvieran que pasar por todo eso. Pero vamos, todos tenemos problemas, todos cometemos errores, ellos no eran la excepción.

-Escucha. No me interesa nada en este momento, solo que estés bien, mi niño, eres mi niño hermoso. No importa pase lo que pase, eres mi niño bonito, mi bebé. Prométeme que pase lo que pase vas a huir sin mirar atrás.

-¿Mamá? - dijo triste -Eso suena como si te fueras a ir. -dijo confundido y triste- ¡Ah! -se quejó. Y las lágrimas volvieron; colocó sus manos en su rostro, cubriendo su nariz y su boca, pero dejando al descubierto sus ojos-¿Te... te... estás despidiendo de mi cierto? Es... eso... tú ya no...

Eres mi niño Where stories live. Discover now