Capítulo 44. Sweet Revenge

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        Capítulo 44. Sweet Revenge

        Sienna POV
        Bufé hastiada. Esto era demasiado, incluso para él. Llevábamos una media hora en aquella condenada fiesta y desde que habíamos llegado había desaparecido de mi vista y me había dejado sola. Entendía que estuviera enfadado por que me hubiera presentado en su casa sin avisar, pero, ¿qué pretendía qué hiciera si no? ¿Quedarme tirada en la calle? Para colmo me había costado horrores tapar las marcas que el muy bruto había dejado en mi piel, algunas ni siquiera las había logrado tapar con maquillaje y aún se podían ver algunos tonos de morado diseminados por mi piel, pero al menos las más graves no estaban a la vista. Suspiré y tomé un trago de mi copa mientras escaneaba aquel tugurio con la mirada, buscándole.
        La verdad es que la fiesta no era nada del otro mundo, una de esas fiestas estúpidas en baretos a las que tanto le gustaba ir a Julien. Había un montón de tíos borrachos restregándose contra chicas igualmente ebrias y bastante ligeras de ropa. Siempre había odiado ese tipo de fiesta, pero a Julien le encantaban, así que lo único que podía hacer era callar y seguirle.
        -Si al menos hubiera podido traer a Ronnie...- murmuré con tristeza.
        "Ronnie no habría venido de todos modos, no después de lo que le dijiste" dijo una voz agria en el fondo de mi cabeza, recordándome lo mal que había tratado a mi mejor amiga.
Suspiré haciendo todo lo posible por tragarme las lágrimas. Ronnie había sido como mi hermana desde que éramos muy pequeñas y yo simplemente la había echado de mi vida como sí fuera un trapo. Y esta vez ella no iba a volver, y todo era por mi culpa.
        Una lágrima se escapó de la comisura de mi ojo derecho. Con un movimiento brusco la limpie, pero más lágrimas aparecieron para ocupar su lugar. No quería que me vieran llorando, así que corrí al baño, donde podría tener algo de intimidad. Pero estaba muy equivocada.
        Una vez allí me miré al espejo. Tenía los ojos hinchados y el rímel corrido. Iba a coger algo de papel de uno de los cubículos cuando oí lo que parecía un gemido en el cubículo contiguo. Esbocé una mueca de asco. Añade otra cosa a las cosas que odio de este tipo de fiestas, a los borrachos que se ponen a follar en los baños. Estaba apunto de irme cuando oí algo que me dejó helada en el sitio.
        -Dios, Julien, sigue- la chica gemía a gritos.
        Me llevé una mano a la boca para ahogar el sollozo que se intentaba escapar de mi boca. No me lo podía creer. Esto no me podía estar pasando, no a mí, me quería morir ahí mismo. Pero un gruñido profundo me confirmo mis peores temores. Era él, acostándose con otra.
        "A lo mejor es sólo porque está borracho, y no sabe lo que hace" pensé desesperada, rezando porque hubiera una solución que eliminara ese dolor agudo que estaba sintiendo en lo más profundo de mi pecho, mientras mi corazón se rasgaba en pequeños pedacitos.
        -Vas a dejarla, ¿verdad?- dijo la chica entre gemidos.
        -Por supuesto- respondió él, terminando de romperme por dentro- la muy estúpida está ahí fuera, esperándome, sin tener ni idea, pagando mis copas.
        Apreté la mandíbula, chirriando los dientes con furia. Menudo capullo. ¿En serio se pensaba que era tan estúpida? Se acabó, me harté, se va a enterar de quien soy yo. Salí del cubículo sin hacer ruido. Me arreglé el maquillaje de modo que no se notara que había estado llorando. Pensaba hacer mi mejor actuación, una actuación que jamás iba a olvidar.
        Con la cabeza alta salí del baño y me situé en un lugar estratégico de la sala, donde pudiera verme nada más salir del baño. Y después... Esperé.
        Media hora después vi a la chica salir del baño, seguida al rato del cabrón de Julien. Me había tomado tres copas más y ya estaba lo suficientemente borracha como para llevar a cabo lo que me proponía. A pesar de que mi caminar no era del todo firme y me tambaleaba ligeramente hacia los lados, me acerqué a él con calma y decisión, el muy imbécil me la iba a pagar con creces. Cambié mi expresión de enfado por una amplia sonrisa de enamorada que debido a mi estado de embriaguez no me costó demasiado fingir. En cuanto lo tuve en frente me colgué de su cuello.
        -Cariñoooooo~~~- canturreé en su oído, con tono alegre- ¿dónde estabaaaaas?~~~~ te he echado de menos- hice un mohín, mirándole a los ojos con una expresión de indignación falsa, haciendo pucheros.
        -Estaba hablando con un amigo, perdona la tardanza- me sonrió, dándome un beso en los labios.
        "Maldito cabrón mentiroso" pensé, cada vez más enfadada "¿te crees que soy estúpida y no me he enterado? No sabes la que te espera"
        Profundicé más el beso, dejando que su lengua entrara en mi boca para encontrarse con la mía y comenzar un rudo baile entre las dos. Un reguero de saliva me comenzó a correr por el mentón, todo gracias a sus babosos besos. Mientras tanto una de sus manos se metió por mi camisa y comenzó a apretarme un pecho. Un escalofrío de asco corrió por mi espalda. No me podía explicar como me pudo gustar esta persona alguna vez. Pasé mis manos por detrás de su espalda y abrí la puerta del baño de chicas, empujándole hacia el interior. Una vez estuvimos dentro, me estampó contra la puerta cerrada y comenzó a atacar mi cuello, dejándolo también cubierto de saliva. Gemí asqueada, pero él interpretó como un gemido de placer y continuó por mi pecho, bajando sin ningún cuidado el escote de mi vestido, dándolo de sí. Apreté la mandíbula con rabia, frenándome a mi misma, recordándome mentalmente que esperara al mejor momento. Y la paciencia tiene sus frutos, en un momento estaba tan distraído chupando uno de mis pechos que toda su atención se había desviado a este, sin preocuparse de lo que quisiera que estuviera haciendo yo. Respiré hondo y apreté los puños, preparándome para lo que venía. Con todas mis fuerzas levanté mi rodilla, propinándole un rodillazo en la entrepierna. El golpe fue tal que se dobló sobre sí mismo y cayó al suelo, mirándome con la incredulidad pintada en sus ojos, buscando algo de simpatía en los míos. Pero lo único que encontró en ellos fue odio, resentimiento y asco, ese hombre me repugnaba, para mí era como tener un gusano delante. Un gordo y fétido gusano. Con toda la rabia que tenía contenida le di una patada en las costillas y le clavé el tacón en el costado.
        -Si... Sienna.... Por... ¿Por qué?- tartamudeó, retorciéndose de dolor.
        Solté una carcajada despectiva.
        -¿Aún te atreves a preguntármelo?- le di otra patada- llevas abusando de mí demasiado tiempo. Al principio pensé que me lo merecía, que te quería, que... que... que...- intenté seguir pero las lágrimas acababan de empezar a caer por mis mejillas, lágrimas de dolor, de miedo, de rabia, todas esas lágrimas que llevaba tanto tiempo reteniendo- luego llegó el miedo, el miedo de que me volvieras a pegar, de que me dejarás, de que ,e violaras como hiciste en tu casa... ¡pero se acabó!- chillé- ¡no puedo más! Te lo eh aguantado todo, pero no pienso permitir que me sigas tratando como a una estúpida, Julien- le propiné una patada en la cara. La sangre comenzó a manar de su nariz que probablemente acabara de romper- ¡no me busques, no me llames, ni te atrevas a nombrarme, no quiero saber nada de ti! ¿¡Te ha quedado claro?!- grité aún más fuerte, propinándole una última patada antes de girarme para marcharme- ¿sabes qué es lo peor? Qué he tenido que pillarte acostándote con otra para darme cuenta de la basura que eres. Puede que is que fuera tan estúpida como tu creías, pero ya no, no más. No pienso volver a caer en lo mismo. ¡Qué te jodan, Julien! Espero no volver a cruzarme nunca jamás en la vida contigo- y me fui de aquel baño sin mirar atrás, dejando a un quejumbroso Julien a mis espaldas.
        Me interné de nuevo en la fiesta, empujando a la gente que se me ponía en medio, sin importarme las quejas. Me estaba asfixiando y necesitaba salir ya de allí. Corrí como pude a la salida de atrás, a base de empujones y pisotones. Al final logré salir. Un soplo de aire helado me golpeó una vez estuve fuera, haciendo que un escalofrío de frío me recorriera de arriba a abajo. Me abracé el cuerpo, intentando mantener el poco calor que me proporcionaba el mini vestido que me había puesto para venir, sin mucho éxito. Saqué el móvil del bolso y me dispuse a llamar, pero entonces me detuve, observando la pantalla del teléfono. ¿A quién podía llamar? Ronnie no me iba a contestar, y claramente a Julien no podía llamarle. Las lágrimas caían a raudales por mis mejillas mientras me hundía en la desesperanza, sin saber que hacer. Y de repente, como sise me hubiera encendido una bombilla el nombre de una persona a la que podía llamar se me vino a la cabeza. Louise.

And suddenly... GirlsWhere stories live. Discover now