Capítulo IV: Tu nombre en voz alta

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La noche anterior no habían compartido palabra alguna. Tyler no le había dirigido la mirada ni siquiera una sola vez. Después de que Ray se fuera, él solo se había adelantado hasta el hotel donde se había echado a dormir para cuando Kiara llegó.

Tyler creía firmemente que Kiara no tenía emociones, que no era capaz de sentir nada más que no fuera lástima por todo lo que le rodeara. Creía que para ella la humanidad no era más que manchas grises en un mundo que debía ser limpiado. Se había hecho con el tiempo la idea de que para Kiara todos eran seres inferiores que se quedarían atrás si no se esforzaban por sobrepasar los límites que ella misma imponía. En un principio se había negado a aceptar que era por envidia, pero ahora, estando en una ciudad como Blue Sky, y sintiéndose un completo inútil, sus dudas se habían despejado.

Cuando Kiara despertó se encontró con una habitación vacía. Se dio la vuelta en la cama y se quedó observando en el lugar de la otra cama donde Tyler debía estar. No entendía su actitud y tampoco podía recordar si había dicho o hecho algo que le molestara. Tyler era una persona muy irascible y lo que para Kiara era quizás una tontería, para él era la ofensa más grande del mundo. Rebuscó en lo que habían hablado y hecho juntos los dos días anteriores, pero incluso si se esforzaba por encontrar algo que haya estado fuera de lugar, no había nada. Ni siquiera un detalle mínimo que pudiera haber usado para ofenderle.

Se rindió. Suspiró en la comodidad de la cama y se quedó mirando el techo por minutos que parecieron hacerse eternos. El sol entraba por la ventana pero no alcanzaba más allá del borde de su cama. No quería mirar por la ventana y darse cuenta de que no era nadie. Concluyó en que el tiempo era tan efímero como pensaba. De un momento a otro las cosas cambiaban y lo que creía tener en la palma de la mano, solo eran fugaces espejismos de lo que alguna vez deseó haber tenido.

Abandonó la cama. Buscó las llaves en toda la habitación, pero no estaban, Tyler se las había llevado. Por su cabeza pasó la idea de no abandonar la habitación hasta que regresara. En caso de que decidiera dejarla afuera. Era cierto que tampoco sería el fin del mundo; nada que un par de trucos sucios no pudieran solucionar, pero tampoco tenía intenciones de tomar la situación a la ligera en una ciudad que desconocía por completo y que en vista de lo que había sucedido el día anterior, también era el territorio de demasiada gente "extraña".

Recordó a Ray. ¿Qué tipo de persona era él? A simple vista parecía un tipo aterrador; con facciones bien marcadas y una mirada filosa. Parecía musculoso bajo la oscuridad de sus ropas y era lo suficientemente alto como para tener que alzar la mirada un poco más de lo normal para verle directamente. ¿Y qué demonios con toda esa abrumadora sensación que se encerraba en su pecho cada vez que estaba cerca, aquella sensación sofocante que les arrebató el aire el día anterior? Haberse mantenido en pie había sido todo un logro; y se preguntó de repente si había podido hacerlo solo porque él se lo había permitido.

Ese Ray le había mencionado muchas cosas. ¿Esos hombres, incluida la niña, eran también como él? La diferencia de poder era demasiado grande como para que así fuera, sin embargo no era algo que descartara del todo. Había mencionado la palabra "Arém"; si hubiera dicho algo como "Mira, esa niña es un vampiro de clase media con rasgos psicópatas" seguramente para Kiara hubiera tenido mucho más sentido teniendo en cuenta la cantidad de películas relacionadas con la fantasía que había visto, pero aquel término era un referente a algún ser del que no había escuchado en su vida.

Kiara sabía por sí misma que no era una chica normal; eso le carcomía la cabeza día y noche desde la primera vez que había usado magia hacía probablemente unos siete u ocho años; cuando solo tenía diez.

Kiara sabía por sí misma que no era una chica normal; eso le carcomía la cabeza día y noche desde la primera vez que había usado magia hacía probablemente unos siete u ocho años; cuando solo tenía diez

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Blue Sky: El comienzo del finWhere stories live. Discover now