[EXTRA] Rey sin Corona [Ray's truth]

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—¿Crees que vendrá? —preguntó alguien.

—Lo dudo, incluso para alguien como él sigue siendo un golpe duro —respondió otro.

—Ayer anunciaron la muerte de Vlad. Perdió a todo su Clan, incluido a su Contraportador.

—¿Sabían que fue él mismo quien la mató? Incluso si quieres verlo como un acto heroico, sigue siendo desalmado.

—Es un Contratista, ¿qué esperabas?

—Me parece que aquí les gusta mucho hablar demás —Una voz venenosa interrumpió la conversación—. Si pueden usar su tiempo para charlas inútiles, entonces también pueden seguir transportando los cuerpos.

—No seas aguafiestas, Mikae.

—Se llama ser productivo, una cualidad que a muchos parece hacerles falta.

Mikae se detuvo un momento. Y solo ese breve momento bastó para que una lágrima se deslizara por su mejilla regordeta. La ciudad era un desastre. Un collage de colores fríos y cuerpos desparramados. Sangre seca en los escombros y un cielo contaminado por la amargura detrás de una Guerra sin victoria.

Una corriente de aire repentina le azotó el cabello y casi pudo escuchar los lamentos de los caídos en el viento. Voces lastimeras que lloraban en su oído y se perdían en la lejanía como las notas de una vieja melodía olvidada a través del tiempo.
Tuvo ganas de vomitar por enésima vez en lo que llevaba del día. La tristeza por la pérdida se volvió un arma letal y la desesperanza se unió a la melancolía de los recuerdos en un viaje al pasado que ahora daría lo que fuera por volver.

—¡Mikae, ven aquí! ¡Creo que nos hemos topado con el mejor hallazgo de todos! ¡Tienes que verlo!

El estómago de Mikae se revolvió. Rugió furioso enviándole una clara negativa. Lo que sea que hubieran encontrado, Mikae no quería verlo.
Porque en su corta vida ya había visto demasiado.

—¡Mikae! —lo llamaron de nuevo.

Mikae obedeció incluso si todo su cuerpo le decía que no lo hiciera.

No necesitó acercarse demasiado para poder distinguir entre la maraña de cadáveres a la Contraportadora de Ray. Sus altas botas ajustadas y el brillo de su pantalón de lycra.
Alguien estaba sobre el cuerpo examinando los signos vitales, aunque la respuesta de ese chequeo fuera claramente obvia. La sangre le cubría un lado de la cara y se deslizaba a borbotones por su barbilla, allá donde la herida abierta terminaba. Los ojos abiertos y nublados por la muerte de la chica acecharon a Mikae desde el suelo.

Mikae no pudo mirar más. Su visión se nubló y tuvo que sujetarse a algo para no irse de bruces contra el suelo. Al instante, lo poco que había comido esa mañana abandonó su cuerpo, y como manos invisibles apretándole el cuello, la ansiedad creció y se extendió por sus entrañas.

—¿Mikae? ¿Estás bien? —oyó que le preguntaban desde atrás. Una cálida mano le acarició brevemente la espalda.

—No, Lyka... No estoy...

—Ha sido una pregunta muy estúpida, lo lamento.

Lyka sacó del bolsillo de su gabardina un pañuelo y limpió suavemente las comisuras de Mikae. Luego lo abrazó, como si su vida dependiera de ese breve contacto.
Mikae lloró de nuevo.

—Me siento como un idiota —habló Mikae. El hombro de Lyka amortiguaba su voz quebrada—. Estoy aquí, llorando y comportándome como un niño mientras los demás se tragan su propio sufrimiento para poder culminar sus tareas. Algo que debería estar haciendo yo también... Mira Ray todo lo que ha perdido y no va dando pena por ahí...

Blue Sky: El comienzo del finWhere stories live. Discover now