Capítulo XVIII: El Precio que aceptamos pagar

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—¿Has venido a intentar matarme una vez más?

Ray no respondió aunque todo su mundo se viniera abajo con cada paso. Para desgracia suya, la voz de Kiara sonaba indemne. No había odio ni rencor; tampoco algún sentimiento que pudiera ayudarle a entender como se sentía.

—Si la matas no estarás haciendo otra cosa que repetir la historia... Y has visto como ha terminado.

—¿Lo haces por ellas o por ti, Ray?

Aquella pregunta se congeló en el aire. La lengua de Kiara se había vuelto filosa y la voz con la que versaba denotaba ideales con los que Ray no podía combatir.

—Tienes razón —confesó finalmente—. La culpa me revuelve las entrañas cada noche y al cerrar los ojos solo puedo observar tu imagen antes de caer, repitiéndose en mi cabeza una y otra vez desde hace trescientos años... Nunca he dejado de sentirme culpable y nunca lo haré, porque te sigo amando igual que la primera vez —El dolor perfectamente palpable de su voz hacía que cada palabra sonara convincente. Kiara escuchaba con más atención de la que demostraba, porque en el fondo a ella también le dolía—, pero no lo hago por mí Kiara... Nada cambiará si cometemos los mismos errores.

La mano de Kiara se movió sin querer. Se palpó con las yemas frías de sus dedos la cicatriz y algo en su interior pareció querer ablandarse momentáneamente.

«¿Estás segura de que sabes lo que haces?»

«Vacila una vez y te estarás arriesgando a perderlo todo.»

—¿Recuerdas quiénes éramos antes de que la guerra estallara? —Ray notó por fin como su voz gélida titubeó—. No tengo miedo de convertirme en la villana las veces que haga falta y en las vidas que sea necesario. No puedo limpiar la injusticia de Blue Sky, pero puedo elegir no quedarme de brazos cruzados viendo como masacran a mi gente.

Ray supo enseguida a qué se refería. Sabía que aquella frase estaba ligada a él de forma dolorosa y que buscaba echarle sal a una herida que nunca había cicatrizado.
Él no podía decir que Kiara estaba equivocada, pero quizás iba siendo hora de intentar un movimiento diferente.
Entre ellos la diferencia de altura dejó de ser eminente, quizás por la cercanía peligrosa; quizás porque todo lo que a Kiara le cohibía ahora no existía.

—Kiara, soy tu Contraportador —habló Ray con seriedad. Kiara pudo notar entre sílabas como intentaba llegar a ella sin perder el control de sí mismo—. Es mi deber doblegarte cuando las cosas se salen de control. Si permites que la historia se repita, entonces no estarás cambiando nada.

La palabra "Contraportador" hizo que la fuerza que había sacado para traspasar los límites de sus propios deseos en contra de la importancia de sus acciones se esfumara. La voz de Zeref retumbaba en sus oídos incitándole los instintos y la oscuridad se había convertido de repente en la tentación más dolorosa.

«¿Cuál será tu deseo, Kiara Rayne?»

—Le devolveré la vida a tu hijo, Lauren —dijo en voz alta no solo respondiéndole al Demonio.

Un silencio imponente se cernió furioso. Era casi incómodo, aunque dentro de aquel apogeo era entendible. La situación prácticamente había sido recreada, como si cada uno de ellos fuera una pieza importante dentro de un tablero de ajedrez gigante, acomodado sutilmente sobre las Líneas Ley de Blue Sky.

Ray carraspeó sorprendido ante la decisión descabellada que Kiara parecía haber tomado. Y Lauren jadeó con dolor, perdiéndose en los pensamientos alborotados que brotaban de su cerebro sin control, con los ojos empañados por las lágrimas y el peso de su alma rota sobre los hombros.

Blue Sky: El comienzo del finOnde histórias criam vida. Descubra agora