Prefacio

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Tyler

Vivir solo fue el mayor reto que afronté en esto de ser un adulto responsable. Apenas cumplía diecinueve años y ya tenía que conseguir un techo donde pasar la noche. A su vez, debía soportar el rechazo que creo, ningún hijo que vivió bajo el seno de una familia prospera, querría. Mis padres se criaron con costumbres muy arcaicas, por decirlo de algún modo. Son muy conservadores, aunque en casa muestran ciertas facetas que de saberlo sus amigos de la alta sociedad, lo excluirían de su círculo. Infidelidad, alcoholismo, vicios, la poca devoción que se supone, mi madre debería brindar a su esposo y otras cosas más que desde pequeño ignoré. Su matrimonio fue uno de los tantos que en su época, cuando recién cumplían los dieciocho, era arreglado, a fin de que, entre colegas con mucho dinero, quedara su herencia.

Así mismo me educaron, no con sus mismas costumbres de prepararme para ser un devoto esposo y esperar a mis dieciocho a mi futura mujer que de seguro ellos arreglarían que conociera, sino más bien me anticiparon para ser el futuro dueño de las empresas que mi papá regula con su socio de toda la vida, hermano de mi madre.

Fui educado a mano dura, de chico desconocía qué era divertirse, ver caricaturas o jugar con los demás niños. Así mismo, era muy consentido pues con mi llegada en la vida desabrida de mis padres, fui la luz en los ojos de mi madre. A eso habría que sumarle que por todas esas cosas que me inculcaron era reservado, tímido y sumiso a todo lo que ellos pedían. Con el tiempo también lo fui con las personas alrededor, hasta que me tomaron como blanco de burlas y malos tratos. Era el niño más inteligente por las horas extra que dedicaba en casa para estudiar, y con ello también me molestaban por ser el lame-suelas de la maestra. Solía preguntar por los deberes; en mi inocencia, no sabía que eso era lo que más odiaban en la escuela, por ende, recibía insultos, golpes y empujones de mis compañeros, no solo del bully de turno.

Veía el estudio como me indicaron mis padres, como una obligación ineludible, donde debía demostrar excelencia, interés y dedicación. Si me descuidaba, si sacaba una nota una décima más baja de lo esperado, recibía fuertes castigos, desde lo típico como no cenar, hasta nalgadas, cinturonazos y cachetadas por parte de ambos. Al principio no era muy aplicado porque no era necesario, el kínder, primer y segundo grado eran pan comido, los veía por diversión porque todo era juegos, cuentos y fábulas, pero después, a medida que los temas de estudio fueron más complejos, así mismo la escuela dejó de ser entretenida.

Odiaba estudiar; a pesar de que sacaba las mejores notas, para mis padres debía ser diez de diez, si no, era un insulto a su dedicación por brindarme lo mejor. A parte de los castigos físicos, me hacían sentir pésimo con sus comparativas, como que era un mediocre y que no merecía ser su hijo; ser el mejor de la clase no bastaba para ellos. Me acostumbré a sus desplantes, los recibía sin decir nada, dando al final la misma frase: «seré mejor a la próxima», y así hacía, pero siempre decaída. Me cansé tanto de esa monotonía, que a sabiendas de que tenía prohibido muchas cosas, como salir de noche o usar el internet con otros fines no educativos, les llevaba la contraria. Me escapaba de casa, mentía con que iría a estudiar cuando la realidad es que me iba con mis amigos al cine o a montar patineta. Para un chico con una vida normal, eso era lo que todo adolescente debía hacer, pero para mí eran actos osados con consecuencias atroces.

Los años pasaron y aunque las cosas nunca cambiaban ni mejoraban con mis padres, fui tomando las riendas de mi vida, contradiciendo lo que no les gustaba de mí. Vestía como un chico normal cuando me pedían que luciera siempre de camisa metida al pantalón y zapatos de abuelo. Dejaron de pegarme, pero comenzaron los menosprecios, las supuestas decepciones que les producía y las amenazas con desheredarme. Obvio maduré, sabía que solo eran intentos desesperados porque tomara el camino que ellos querían para mí.

He aquí una jodida cuestión © [Spin-off #1]Where stories live. Discover now