12. Sin memoria

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Tyler

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Tyler

La cabeza me palpita como si tuviera un bombo adentro que no para de retumbar. La agarro con ambas manos, recogiendo las piernas hasta encogerme en posición fetal. Ni apretar los párpados puedo porque incrementa el dolor. Las náuseas se presentan, tan endebles al principio que me abstengo de alterarme para no correr al baño más cercano. Es ahí cuando caigo en cuenta... ¡¿Dónde rayos estoy?!

Batallando con las punzadas en las sienes, me incorporo en la cama, tumbándome de vuelta por el dolor abdominal. Por reflejo me mando las manos justo en la zona donde recuerdo que alguien me golpeó. Es como si hubiese hecho demasiados abdominales y al día siguiente sufriera las consecuencias de tanto ejercicio. Tocándome por debajo de la camiseta, rozo la piel que arde al contacto; eso fue por un golpe fuerte.

Hasta ese momento soy consciente de más dolencias. La boca y la barbilla me escuecen, relamiendo donde percibo una cortada. Así mismo, las memorias de lo sucedido anoche me dan como aquel puñetazo que recibí de ese tipo moreno que me rebasaba en peso y altura. La entrega de las pizzas, la presencia de Kendry, la llegada de Rolan y la inminente pelea en la que me obligaron a participar. Los enormes tragos de vodka que al beber el segundo perdí la memoria de lo que sucedió después. Tengo vagos recuerdos de un tipo que me ayudó a que no me siguieran golpeando y de Rolan quien me llevó a un baño a vomitar, de resto no hay más, la mente está en negro. ¡Carajo!

Tumbado en la cama de quién sabe quién, espero a que se me pase un poco el malestar. Aún estoy tan cansado que bostezo sin contenerme, doliéndome las costillas al final. ¡Joder! Ni eso puedo hacer.

Serenado por la fresca brisa que se cuela de sabrá Dios qué ventana, poco a poco el sueño me vence. Las punzadas en la cabeza son soportables, las náuseas cesaron, suspiro, dispuesto a dormir.

—¡Puta, Kendry, no jodas! —Ese grito, esa voz, la reconozco. Esas palabrotas suenan muy cerca, no sé si levantarme o fingir que duermo.

Oigo un portazo que por poco me hace brincar. Rígido, percibo los pasos que se aproximan.

—¡Saca ese pedazo de mierda de aquí o lo saco por el puto balcón! —grita otra voz que también reconozco. ¡Mierda! Verdad que este es el apartamento de Kendry.

—¡Ya deja de joder! —le reniega el otro tipo, cerrando la puerta tal como la abrió.

Me cuesta seguir aparentando que dormito así que abro los ojos, elevando la cabeza en dirección a donde escucho los pasos de quien ya suponía, es Rolan.

—Levántate, tenemos que irnos —ordena, de malhumor, extendiéndome su puño. Ceñudo lo observo—. Toma, es una aspirina para el dolor.

Dubitativo le recibo la pastilla que apenas abre la mano, cae en la mía. Ante la mirada inquisitiva del rubio, la mando a mi boca, engulléndola enseguida quedándome un regusto amargo en la lengua.

He aquí una jodida cuestión © [Spin-off #1]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora