— ¿Alice?— Pregunta llevando sus mirada de mi, hacia Eros.— ¿Quien es ese?— Pregunta de nuevo, confundida.
— Un...un amigo.— Digo rápidamente.
— Oh... bien.— Dice.— ¿Se quedará a cenar?— Me pregunta.
— Si.— Contesta Eros, antes de que pueda decir algo. Lo miro mal y el solo sonrie, sabiendo que a ganado, porque aquí no podemos matarnos.
— Pues... entonces os presento a Richard.— Dice apuntándo al chico que a estado todo el rato a su lado.
Ojos avellana, rubio, alto y guapo... perfecto para mí amiga, ahora solo falta que tenga buena personalidad y listo.
— Encantada, me llamo Alice.— Digo dándole la mano, la cual el acepta.
— Y yo Eros.— Dice separándose de golpe a mi y a Richard.— Hacéis bonita pareja, tu y Paula.— Dice remarcando la palabra "pareja", mientras que le apretá la mano fuertemente.
¿Que le pasa?Parece que está marcando territorio...
— ¡Bueno!— Exclama Paula.— Ya os conocéis y por cierto esta muy guapa.— Dice Paula guiándome un ojo.
— Igual.— Le devuelvo el guiño más una sonrisa y los chicos presentes nos miran raro.
— ¿Nos vamos ya?— Pregunta Richard.
— Yo estoy lista, así que si.— Digo.
— Pues vámonos.— Dice Paula.
Y cuando ya estamos saliendo de casa, la mano de Eros me agarra del brazo y me arrastra de nuevo hacia la casa.
— Solo tengo esta ropa, ¿Que me pongo?— Pregunta preocupado.
— Vas bien así.— Le digo mirando los vaqueros rotos y la camiseta negra, más una vaquera que tiene por encima.
— Es la ropa que llevaba cuando era un maniquí.— Dice y asiento.
— Ya te compraré mañana algo de ropa.— Le aseguro y el asiente.— Ahora vamos, bocazas.— Le digo.
— Quería ir a esa cena.— Dice.— Y más si va a estar ese imbecil.— Dice frunciendo el ceño y cruzandose de brazos, como un niño pequeño malcriado.
— ¿Te cae mal?— Pregunto incrédula, asiente.— Es la primera vez que lo ves.— Le digo.
— ¿¡Chicos!?— Se escucha la voz de Paula en un grito.
— ¡Ya vamos!— Grito de vuelta, para luego salir con un Eros detrás de mi casa y del edificio.
— Mira mucho lo que es mío.— Susurra Eros y lo miro extrañada.
A que vienen esas palabras.
— ¿Que?— Pregunto.
— Vamos en coches diferentes.— Dice Paula grandote hacia nosotros.— Si tu amigo sabe conducir, ¿Claro esta?— Dice mirando a Eros.
— ¿Sabes?— Le pregunto es un susurro.
— Si.— Dice alto y claro.
Me sorprende que sepa conducir, ya que antes era un maniquí de escaparate.
— Pues arreglado, allí nos vemos.— Dice y se va al coche se su novio, así que nos deja el suyo.
— ¿Tu, por que no conduces?— Pregunta cuando ya estamos en el coche.
— Me falta medio brazo.— Digo moviendo la parte del brazo que un tengo.— Con una sola mano no puedo, ya que cuando me siento a conducir mi mano no llega a las marchas.— Explico con una sonrisa triste.
Antes me encantaba conducir...
— ¿Como perdistes el brazo?— Pregunta.
— Prefiero no decirlo...— Digo algo retraída. — No me siento cómoda contándolo...
— Vale.— Acepta.— ¿Enciendo la radio?— Pregunta y asiento a su pregunta.
Cuando la enciende el silencio desaparece y la música de la radio empieza a sonar, nunca la he escuchado, pero de momento no está mal, así que empiezo a cantar pequeños trozos.
Cuando llegamos, salimos del coche y mientras entramos juntos al restaurante, le digo.
— No sabía que conducias tan bien...— Le digo sonriendo y feliz por haber llegado viva al restaurante.
— Ni yo tampoco.— Dice y esa frase me hace abrir los ojos como platos.
No sabía y a conducido...
— ¿Eres tonto?— Pregunto enfadada.
— ¿Que hecho?— Pregunta cómo si fuera inocente.
— Conducir y si nos hubiésemos matado, ¿¡Eh!?— Le digo.
— Pero no lo hemos hecho.— Dice.— Además como quieras que sepa conducir, si antes era un maniquí.— Razona.
— Entonces, ¿Por que te as ofrecido?— Pregunto.
— Para no ir junto a ellos.— Dice firme.— No nos hemos matado, así que no te enfades y no me digas nada, porque por lo menos yo sí tengo las dos manos y puedo conducir.— Dice y na más decirlo mis ojos se cristalizan.
No voy a llorar...¡No voy a llorar! No soy débil, ya hace que pase la etapa de los insultos, así que no pienso llorar.
— Tienes razón.— Digo regalándole una sonrisa.— No puedo conducir, porque me falta medio brazo.— Le digo.— Gracias por señalar lo que veo todos los días.— Y con esas palabras me adelanto y me siento en la mesa para cuatro personas.
Supongo que Paula se habrá encargado de poner otra silla.
— Tardáis lo vuestro...— Dice Paula.
— Siento la tardanza.— Digo sentandome en la silla que hay frente a Paula y a su lado está Richard, así que Eros irá enfrente de él.
Dicho y hecho, el a venido y se a sentado enfrente de el.
— ¿Pedimos de comer?— Pregunto por educación.
Ya hubiese pedido y ya estaría comiendo.
Tengo un hambre...
— Claro, pidamos.— Me responde Richard.
Le hago señas a uno de los camareras, pero viene una camarera rubia y nos dice que pidamos.
Aunque ella no le quita ojo a los hombres de esta mesa...
YOU ARE READING
Playboy a la venta.✔
Teen Fiction¿Que pasaría si un día vas a una tienda y te encuentras a un maniquí en el escaparate?Nada, verda...Al fin y al cabo es lo normal en una tienda. Pero...¿Que pasaría si ese maniquí en realidad es un chico?Ahí cambiaría la cosa, ¿No? El, un playboy qu...