Capitulo 5|Richard.

59 13 0
                                    

— ¿Alice?— Pregunta llevando sus mirada de mi, hacia Eros.— ¿Quien es ese?— Pregunta de nuevo, confundida.

— Un...un amigo.— Digo rápidamente.

— Oh... bien.— Dice.— ¿Se quedará a cenar?— Me pregunta.

— Si.— Contesta Eros, antes de que pueda decir algo. Lo miro mal y el solo sonrie, sabiendo que a ganado, porque aquí no podemos matarnos.

— Pues... entonces os presento a Richard.— Dice apuntándo al chico que a estado todo el rato a su lado.

Ojos avellana, rubio, alto y guapo... perfecto para mí amiga, ahora solo falta que tenga buena personalidad y listo.

— Encantada, me llamo Alice.— Digo dándole la mano, la cual el acepta.

— Y yo Eros.— Dice separándose de golpe a mi y a Richard.— Hacéis bonita pareja, tu y Paula.— Dice remarcando la palabra "pareja", mientras que le apretá la mano fuertemente.

¿Que le pasa?Parece que está marcando territorio...

¡Bueno!— Exclama Paula.— Ya os conocéis y por cierto esta muy guapa.— Dice Paula guiándome un ojo.

— Igual.— Le devuelvo el guiño más una sonrisa y los chicos presentes nos miran raro.

— ¿Nos vamos ya?— Pregunta Richard.

— Yo estoy lista, así que si.— Digo.

— Pues vámonos.— Dice Paula.

Y cuando ya estamos saliendo de casa, la mano de Eros me agarra del brazo y me arrastra de nuevo hacia la casa.

— Solo tengo esta ropa, ¿Que me pongo?— Pregunta preocupado.

— Vas bien así.— Le digo mirando los vaqueros rotos y la camiseta negra, más una vaquera que tiene por encima.

— Es la ropa que llevaba cuando era un maniquí.— Dice y asiento.

— Ya te compraré mañana algo de ropa.— Le aseguro y el asiente.— Ahora vamos, bocazas.— Le digo.

— Quería ir a esa cena.— Dice.— Y más si va a estar ese imbecil.— Dice frunciendo el ceño y cruzandose de brazos, como un niño pequeño malcriado.

— ¿Te cae mal?— Pregunto incrédula, asiente.— Es la primera vez que lo ves.— Le digo.

— ¿¡Chicos!?— Se escucha la voz de Paula en un grito.

— ¡Ya vamos!— Grito de vuelta, para luego salir con un Eros detrás de mi casa y del edificio.

— Mira mucho lo que es mío.— Susurra Eros y lo miro extrañada.

A que vienen esas palabras.

— ¿Que?— Pregunto.

— Vamos en coches diferentes.— Dice Paula grandote hacia nosotros.— Si tu amigo sabe conducir, ¿Claro esta?— Dice mirando a Eros.

— ¿Sabes?— Le pregunto es un susurro.

— Si.— Dice alto y claro.

Me sorprende que sepa conducir, ya que antes era un maniquí de escaparate.

— Pues arreglado, allí nos vemos.— Dice y se va al coche se su novio, así que nos deja el suyo.

— ¿Tu, por que no conduces?— Pregunta cuando ya estamos en el coche.

— Me falta medio brazo.— Digo moviendo la parte del brazo que un tengo.— Con una sola mano no puedo, ya que cuando me siento a conducir mi mano no llega a las marchas.— Explico con una sonrisa triste.

Antes me encantaba conducir...

— ¿Como perdistes el brazo?— Pregunta.

— Prefiero no decirlo...— Digo algo retraída. — No me siento cómoda contándolo...

— Vale.— Acepta.— ¿Enciendo la radio?— Pregunta y asiento a su pregunta.

Cuando la enciende el silencio desaparece y la música de la radio empieza a sonar, nunca la he escuchado, pero de momento no está mal, así que empiezo a cantar pequeños trozos.

Cuando llegamos, salimos del coche y mientras entramos juntos al restaurante, le digo.

— No sabía que conducias tan bien...— Le digo sonriendo y feliz por haber llegado viva al restaurante.

— Ni yo tampoco.— Dice y esa frase me hace abrir los ojos como platos.

No sabía y a conducido...

— ¿Eres tonto?— Pregunto enfadada.

— ¿Que hecho?— Pregunta cómo si fuera inocente.

— Conducir y si nos hubiésemos matado, ¿¡Eh!?— Le digo.

— Pero no lo hemos hecho.— Dice.— Además como quieras que sepa conducir, si antes era un maniquí.— Razona.

— Entonces, ¿Por que te as ofrecido?— Pregunto.

— Para no ir junto a ellos.— Dice firme.— No nos hemos matado, así que no te enfades y no me digas nada, porque por lo menos yo sí tengo las dos manos y puedo conducir.— Dice y na más decirlo mis ojos se cristalizan.

No voy a llorar...¡No voy a llorar! No soy débil, ya hace que pase la etapa de los insultos, así que no pienso llorar.

— Tienes razón.— Digo regalándole una sonrisa.— No puedo conducir, porque me falta medio brazo.— Le digo.— Gracias por señalar lo que veo todos los días.— Y con esas palabras me adelanto y me siento en la mesa para cuatro personas.

Supongo que Paula se habrá encargado de poner otra silla.

— Tardáis lo vuestro...— Dice Paula.

— Siento la tardanza.— Digo sentandome en la silla que hay frente a Paula y a su lado está Richard, así que Eros irá enfrente de él.

Dicho y hecho, el a venido y se a sentado enfrente de el.

— ¿Pedimos de comer?— Pregunto por educación.

Ya hubiese pedido y ya estaría comiendo.

Tengo un hambre...

— Claro, pidamos.— Me responde Richard.

Le hago señas a uno de los camareras, pero viene una camarera rubia y nos dice que pidamos.

Aunque ella no le quita ojo a los hombres de esta mesa...

Playboy a la venta.✔Where stories live. Discover now