Capitulo 14|¡Si, señor!

53 11 0
                                    

Claramente Eros cumplió su amenaza y ahora nos encontramos en más ni menos que en las oficinas de los policías, porque si, alguien llamó a la policía.

Javi... esa persona que quería sacarme a la fuerza del restaurante, se encuentra en el hospital.

— Tranquila, saldremos de aquí.— Me asegura Eros.

No estoy muy segura...

— Señorita...— Comienza a decir el oficial, mirándome fijamente y esperando a que le diga mi nombre o mi apellido.

— Alicia.— Respondo.— Alicia Willson.— Le digo mi nombre completo y el me mira con una ceja alzada.— Mis padres son de Estados Unidos.— Le informo.

— Claro, si.— Dice, mientras que apunta algo en la libreta que tiene entre sus manos.— Habla español muy bien.— Reconoce.

Esas palabras me hacen recordar a la bruja que me daba clases de español, cuando estaba con mis padres en Nueva York.

Como ellos siempre dicen; Los idiomas son muy importantes en la vida.

Y así es como se hablar español, algo de chino, alemán, francés y mi lengua; El inglés.

— ¿Y el señor es...?— Pregunta.

— Eros.— Responde simplemente el maniquí que hay a mi lado.

— No tiene apellido.— Vuelve a decir el hombre.

Mierda.

No me acuerdo.— Respode y ruedo los ojos.— ¡Que es mentira!— Exclama con una sonrisa.— Es Thompson.

Un maniquí con apellido...

Interesante.

Okey...— Dice apuntandolo en la libreta y luego se retira y no deja a los dos solos.

— En casa hablaremos.— Dice el, seriamente y lo miro.

— ¿De que?— Pregunto.

— De todo.— Y después de esas palabras un silencio rotundo.

Al final nos dice que a sido en defensa personal, ya que Javi empezó y nos dejan salir de allí.

— Vamos.— Dice seriamente, parece que le hayan metido un palo en el culo.

— ¡Si, señor!— Digo haciendo como los militares.

— Vamos.

Asiento y lo sigo. Es mal alto que yo, por lo tanto sus piernas son más largas y eso hace que el ahora mismo esté como a dos metros de mi.

Ni me espera el sinvergüenza.

Corro un poco y me pongo a su lado, pero como ya he recarcado — Que es muy alto.— me adelanta con sus piernas larguiruchas.

— Sube.— Ordena cuando llegamos a un coche que no había visto en mi vida.

Le hago caso y me subo al copiloto del coche, para después ver como el se sube a la parte del conductor.

— Oye..

— Silencio.— Me interrumpe.

***

Cuando llegamos a casa, me voy directamente a mi cuarto, pero el entra y de un jalón me saca al comedor.

— ¿Que quieres?— Pregunto en un susurro.

Comienza a darme miedo.

¡Que me expliques que hacías con ese imbecil!

— Era una cita.

— Vaya mierda de cita...— Comenta.— Si no llego a estar allí, se te lleva.— Dice y asiento, porque es la verda y el solo hecho de pensar en que se me hubiese llevado en contra de mi voluntad, hace que mis ojos se cristalizen.— Hey, no llores...— Dice y lleva mi cabeza a su pecho, para después acariciarme el pelo.

Ahora en verde llorar, me apetece ronronear.

— ¿Que hacias allí?— Pregunto acomodandome mejor en el sofá.

— Te he seguido.— Dice como si nada, levanto la cabeza de su pecho y lo miro mal.— No me reproches nada...— Dice con una sonrisa de oreja a oreja.— Te he salvado la vida.

— Gracias.— Digo en voz baja.

— ¿Que as dicho?— Pregunta con una sonrisa burlona.

— Gracias.— Digo un poco mal alto.

— ¿El que? Es que no te escucho.— Dice y pone su mano en la oreja para que se lo diga al oído.

— No te lo pienso repetir.— Le susurro al oído.

— Mala.

— Malisima.— Digo riéndome.— ¿Que es eso de "Thompson"?— Pregunto, recordando su supuesto apellido y haciendo comillas con los dedos.

— Mi apellido.— Contesta el con simpleza.

— No te entiendo, ¿Como es eso de que un maniquí tenga apellido?— Pregunto.

— Cuando el dependiente de la tienda me dio un apellido de donde provengo. Simple.— Contesta.

Hago un ruido con la boca y me recuesto mejor en su pecho.

— Al principio quería devolverte.— Confieso y el se rie.

— ¿Y ahora?— Pregunta el, mientras me acaricia el pelo.

— No lo se.— Contesto y siento como mis párpados pesan.

— ¿No lo sabes?— Pregunta, pero comiezo a dejar de escucharlo.— Yo te quiero y no qui...— Y antes de que termine su frase, mis párpados se cierran y mis oídos dejan de escucharlo, lo único que siento es como alguien me alza en el aire.

Playboy a la venta.✔Where stories live. Discover now