Capitulo 22|¡Te aseguro yo, que si!

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— ¡No me lo puedo creer!— Grita mi mejor amiga.— Te gusta el playboy, te gusta el playboy...— Canturrea, mirándome con los ojos entrecerrados y una sonrisa.

— Yo no he dicho eso.

— En pocas palabras, lo as dicho.

— Lo que tu digas.— Ruedo los ojos, divertida.— ¿Como vas con Richard?— Pregunto cambiando de tema.

— Bien.— Contesta y veo como sus ojos comienzan a brillar.— El... El es perfecto, todas las mañanas me trae el desayuno a la cama y cuando estoy mal, me cuida y me da chocolate.— Dice emocionada.

— Me alegro por ti.— Digo sinceramente.— Aunque...— Alzó las cejas hacia ella.— No me cae bien.— Dejo caer.

— ¿Por? No a hecho nada malo.— Abre los ojos como platos y parece alarmada por mi declaración.

— Si.— Asiento con la cabeza.— Me a quitado a mi mejor amiga.— Explico.

Ella sonrie y en un rápido movimiento me envuelve en sus brazos.

— Sabía que me amabas... aunque habeces eres fría y pareces un robot, se que tienes un corazoncito muy grande.

— Eso es mentira.— Me quejo.

— Sabes que es la verdad.— Se separa de mis brazos y cuando va a decir algo más, su móvil suena.

— Cogelo.— Digo.

Ella me hace caso y después de ver como la llamada va para largo, decido hacerle un gesto con la mano de forma de despedida y marcharme con rumbo al apartamento.

Ya an pasado dos meses desde aquella pesadilla del accidente y aunque al principio me trataba con cautela, ahora estamos mucho mejor.

No se lo diré a él, porque entonces su ego crecerá y el ya lo tiene bastante crecidito por el mismo.... su compañía me hace bien, me gusta el hecho de llegar a casa y encontrarlo a él, en el sofá viendo la tele o preparando la cena. El bar con el nombre ridículo lo hecho también a el — Aunque se llevaba bien con la jefa.— y ahora el está buscando un trabajo, aunque mi paga de minusvalía la an subido y ahora nos da para vivir a los dos cómodamente.

No con lujos... pero si con lo principal.

— ¡Eres un cerdo!— Chillo al entrar y verlo con nada más que una toalla enredada en su cintura.

— Estas insultando a una escultura.— Se alaga el mismo, señalando su cuerpo.

Volteo los ojos.

¿Veis? Tiene un ego gigante.

— Pues dile a la escultura, que se vista.

— Si me vieses completo, no dirías los mismo.— Dice con arrogancia y sonriendo de lado.

Estúpido.

— Vete a vestirte.

— Tu te lo pierdes.

— No es gran cosa.

Si es la gran cosa... pero shhh, el no tiene porque saberlo.

— ¡Te aseguro yo, que si!— Grita, perdiéndose por la puerta de su cuarto.

Dejo las cosas en el perchero que tenemos en la entrada y entro directamente en mi cuarto. Me deshago de la ropa y después de una ducha calentita y relajante, me pongo mi pijama de peluche rosa. Salgo al comedor y me lo encuentro en el sofá sentado.

Me mira de arriba- abajo y hace un puchero.

— Pensé que te pondrías una camiseta larga, ancha y que dejara ver tu hombro junto a un pantalocinto que no se viera con tu camiseta y unos calcetines que te llegaran por debajo de las rodillas.— Dice aún con el puchero.

— Eso solo es en la películas y en los libros.— Digo sentandome a su lado.— Hace frío.— Informo, tapándome con una manta.— Y... lo de los calcetines, eso sí que es verdad. Me llegan justo por debajo de la rodilla.— Le regalo una radiante sonrisa y me acomodo mejor en el sofá.

— Acabas de llegar y ya as marcado el territorio que te a dado la gana.

— Cosas de la vida.— Murmuró.— ¿Que vemos?— Pregunto.

— Un programa de esos que venden cosas antiguas y con muchísimo valor.

— No me gusta. Quítalo.— Demando.

— Si, señora.— Hace un saludo militar y no quita el programa.

— Pon el Netflix.

— No sabia que eras tan directa.— Lo miro sin entender sus palabras y el se ríe.

Que ratito...

— Olvídalo.— Dice, poniendo la aplicación del netflix. Por lo menos me a hecho caso.— ¿Todo bien con Paula?— Pregunta.

— Si.— Contesto mirando todas las películas que hay.— Esta súper enamorada de Richard.— Comento.

— Me agrada ese tío.— Dice el.

— Al principio no era así.

— Te miraba mucho.

— Pon esa.— Digo señalando con mi dedo la película y pasando de sus palabras.

— No me apetece ver una película, ¿Vemos una serie?— Pregunta y asiento concorde a el.

Me gusta más las serie, porque puedo ir pasando capitulo tras capitulo y aunque no me duren mucho, me duran más que una película de dos horas.

El eligió la serie y obviamente era una serie subida de tono, bastante subidita, porque más de una vez me he levantado al baño o he mirado hacia otro lado, mientras que el se reía por mi reacción.

Maldito.

— ¿En serio? Me insultas.— Dice aún riéndose más de mi.

Lo miro raro, pensando en el hecho de como sabe lo que estába pensando, el sonríe.

— Pensaste en voz alta.

— Oh...— Digo y dejo lo que iba a decir en el aire, porque los ruidos obscenos de la serie se empiezan a escuchar y para nada son silenciosos.

Playboy a la venta.✔Where stories live. Discover now