Capítulo cinco

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Declan

—No tío —murmuro negando con la cabeza por enésima vez.

—Pero, ¿qué pasa? —pregunta Blake de mala gana.

—Pues que enamorarse de compañeras de trabajo sale mal.

—No estoy enamorado, solo me gusta más de lo que debería gustarme —se encoge de hombros —. Pero no veo ningún problema en esto.

Se acabará enamorando de Ivy y saldrá mal. Lo sé.

—Aún no, cuando te enamores ya verás —advierto.

—¿Pero, qué podría salir mal?

—¿Todo? —pregunto irónicamente.

—¿Y por qué tengo que seguir tu consejo?

—Porqué ya lo intenté yo y sabes como terminó. No hace falta que lo intentemos los dos para tener un doble fracaso.

—Lo que pasó con Lisa es un tema muy distinto.

—No quiero hablar de ella —murmuro de mala gana.

—Está bien —Blake asiente, sabe que no me gusta hablar de lo que pasó con Lisa —. Pero que a ti te haya salido mal no quiere decir que siempre salga mal.

—Claro que no siempre sale mal —aclaro —. Pero saldrá mal con Ivy.

—¿En qué te basas para decir eso? —se cruza de brazos y me mira con una mezcla de interés i cansancio.

—Joder tío, Ivy es... no lo sé, ella nunca sale con chicos durante más de tres meses.

—¿Y tú qué sabes?

—Es famosa, de los famosos se saben cosas. Tú más que nadie lo deberías de saber, te emparejan con cualquier chica con la que te ven —explico, y entonces empiezo a reír al recordar lo que pasó hace unos años.

—¿Ahora qué te pasa?

—¿Te acuerdas de cuando te emparejaron con tu prima? —le recuerdo casi sin aire —. Dios, fue buenísimo.

—Fue traumático —corrige él, bebiendo un trago de cerveza —. Deberían dejar de emparejar a un chico y una chica solo por darse un abrazo, es ridículo.

—Toda la razón amigo. Pero es una muy buena anécdota.

—Me gustaría que quedara en el olvido, gracias —pone los ojos en blanco y yo suelto una carcajada.

—Nunca quedará en el olvido.

Nos quedamos unos segundos en silencio y entonces Blake carraspea.

—Creo que voy a decírselo a Ivy —murmura unos segundos después.

—¿Qué? —toda la diversión desaparece y lo miro —Ni de coña.

—¿Por qué? —pregunta, casi desesperado.

—Aún es pronto tío, díselo cuando creas que ella siente lo mismo.

Él asiente, como si analizara mis palabras.

—Está bien —murmura levantándose del sofá —, gracias.

—¿Dónde vas?

—He quedado con ella.

—¿En su casa? —pregunto enarcando una ceja. 

—En la mía —responde —, y deja de ser tan idiota.

—Recuerda el condón —murmuro divertido.

—No voy a seguir con esta conversación —niega con la cabeza dando media vuelta.

Solo tú y yoWhere stories live. Discover now