Capítulo nueve

569 60 20
                                    

Willow

Entrecierro los ojos debido a la fuerte luz que ilumina la habitación. Suelto un bostezo mientras me incorporo, o eso intento, porque cuando voy a hacerlo noto una mano alrededor de mi cintura. Me giro y veo a Declan durmiendo plácidamente a mi lado.

Pensaba que ya se habría ido.

Aparto su mano con cuidado y me levanto. Empiezo a sentir frío nada más salir de la cama, tan solo llevo una camiseta, de Declan, y las bragas.

Bueno, creo que no hace falta explicar qué pasó anoche.

Camino hacia el armario, cojo los primeros pantalones de chándal que encuentro y una sudadera.

—¿Dónde vas? —la voz ronca de Declan hace que me gire hacia él. Lo miro, sigue completamente tumbado y me mira con curiosidad.

—No lo sé.

Realmente no sé dónde quiero ir.

—Mhm... —no dice nada más y vuelve a cerrar los ojos. Debe de estar muy cansado.

Salgo de la habitación y cuando llego al salón me siento en el sofá. Me abrazo las piernas y me quedo con la mirada fija en el suelo. Nube aparece caminando y de un salto se sube al sofá. Se acurruca a mi lado y empiezo a acariciarla.

No puedo evitar pensar en lo que pasó ayer. No me arrepiento para nada de lo que hicimos, claro. Pero ahora que analizo la situación, es una muy mala idea.

Igualmente decido que no quiero pensar en ello, no tiene sentido comerme la cabeza ahora, así que me levanto y camino hacia la cocina. Le pongo comida a Nube y le relleno su pequeño cuenco de agua. Yo también cojo un vaso con agua y me siento en la encimera sin hacer nada.

Después de unos minutos que se me hacen eternos, me levanto y vuelvo a la habitación.

Creo que Declan y yo deberíamos hablar sobre lo que ha pasado, pero aún sigo cansada y él sigue dormido así que intentaré dormir un poco más y cuando ambos nos despertemos supongo que tendremos una conversación.

Me tumbo en la cama otra vez y nada más cerrar los ojos, su mano me rodea la cintura. Me acerca a su cuerpo y aunque sé que debería parar esto, no lo hago. Me acerco también hasta que no queda espacio entre nosotros y en algún momento me quedo dormida.




Nada más despertar me giro hacia mi derecha, esperando ver a Declan, pero para mi sorpresa, encuentro la cama vacía. ¿Dónde se ha metido? Me incorporo hasta quedar sentada y justo la puerta se abre.

Delante de mí aparece un Declan despeinado, con tan solo unos pantalones puestos y sin camiseta. Lo miro de arriba a abajo.

—Buenos días —dice nada más verme, con una sonrisa en el rostro.

—Buenos días —murmuro. La voz me sale grave y ronca, aún sigo medio dormida.

—¿Estás bien?

Asiento sin decir nada.

Se acerca hasta sentarse en la cama. No está demasiado cerca, pero tampoco demasiado lejos, como si quisiera mantener las distancias pero a la vez no.

Durante unos segundos ninguno de los dos dice nada.

—Deberíamos... —ambos hablamos al unísono. Sonrío sin poder evitarlo. Declan también.

—Deberíamos hablar —murmuro finalmente, ante lo que él asiente.

—Pienso lo mismo.

—Esto... —parece que las palabras no quieran salir de mi boca.

Solo tú y yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora