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El viento soplaba con fuerza contra la costa cuando el gigantesco barco ancló. De su interior descendieron tres mujeres: Eliana, Celestine y Violet. Habían recorrido un largo camino por el océano Atlántico para regresar a Inglaterra.

—El señor Carter dijo que vendría a buscarnos.—masculló la marquesa

—Yo no lo veo por ningún lado.—Celestine hizo una mueca. Estaba agotada y lo único que deseaba era dormir en una cama que no se moviera.

—Milady.—una voz masculina hizo que las tres se girarán de golpe. Con un traje entallado y un pañuelo elegante atado al cuello las recibía Lord Seymour, duque de Ruthland.

—¿Milord?

—Espero que su viaje haya sido agradable.—Allan las saludó con un abrazo a las jovencitas y un beso en el dorso de la mano de la marquesa.

—No era necesario que viniera a vernos, su excelencia.—lo acusó Eliana.

—Pero ya que está aquí...¿le parece si vamos a pasear a Hyde Park y nos compra un helado?—sugirió Violet y Celestine no dudo en apoyarla.

El cansancio se le había ido al verlo.

—Sus deseos son órdenes, mis queridas damas.

Ambas se recogieron las faldas y corrieron hacia el carruaje del duque que las esperaba a unos metros de ellas.

—En cuanto terminen regréselas a Grafton House, por favor.—Eliana tomó a su hijo de las manos de la niñera y se dispuso a buscar un carruaje de alquiler que la llevara de vuelta a casa.

—Mi invitación también es para usted, Lady Grafton.—al oír su nombre, la mujer se detuvo en seco.—Hay una cuestión que debemos discutir.

—¿Es tan urgente?

—Un poco.—El niño en los brazos de su madre le sonrió.—Tú debes ser Gabriel.

Allan se acercó al pequeño, quién no dudo en aferrarse de su pañuelo y tratar de desanudarlo.

—Cumplió hace poco un año.—le indicó la dama como si esa verdad no saltará a la vista.

—Es idéntico a su padre.—le respondió él a cambio y sin pensárselo mucho se lo arrobató para detallarlo mejor.—Hyde Park nos espera milady.

—Pero...

Ese hombre siempre se sale con la suya, pensó Eliana mientras lo seguía hacia el carruaje.

—¿Por qué tardaron tanto?—se quejó su joven cuñada. Celestine estaba ansiosa por pasear un rato.

—Estábamos arreglando el tema de su equipaje, milady.—se excusó Allan.—Uno de mis sirvientes se encargara de llevar todas sus pertenencias a Grafton House.

—Entiendo.

—Gracias por ayudarnos, su excelencia.—añadió Violet y entonces el carruaje empezó a andar por las transitadas calles de Londres.

—¿Cómo está su esposa?—preguntó la marquesa por cortesía. No había visto a la duquesa desde el día de su boda.

—Ocupada.—Allan jugueteaba con el niño sentado en su regazo.—Hace unos meses que una de mis cuñadas se está quedando con nosotros.

—¿Lady Lucinda?—dedujó por ser la menor de las Murgot y la única que no estaba casada.

El duque asintió.

—Hablando de ella...—la atención de Allan se posó en Celestine y en el encantador vestido color durazno que llevaba encima—...son casi de la misma edad.

Prohibido AmarteWhere stories live. Discover now