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Gracias a la contribución de las cortesanas Damien logró localizar el sitio donde tenían retenida a Nastasia y a su hijo. Un avance significado en su guerra contra Elliot.

Ahora lo que le quedaba era materializar sus anhelos. Había encargado a Raphael preparar a su equipo y al armamento. Siete hombres irían con él, todos ellos tenían más de dos años de experiencia en combate.

—Tengan mucho cuidado.—pidió Portia una vez llegaron al vestíbulo. Su ama de llaves también se iría a visitar a su hermana, así que era una despedida doble.—Minerva.

La doncella alzó la vista al oír su nombre.

—Sí señora.—La muchacha dió un paso al frente rompiendo la perfecta fila de sirvientas. Todas ellas se habían reunido para despedirlos.

—No olvides mis recomendaciones.—la mujer paseó su mirada por cada uno de los presentes.—No quiero novedades a mi regreso.

—Así será, mi señora.—respondieron sus subordinados al unísono.

—Volveremos en tres días.—añadió Damien consciente del largo trayecto que tenían que recorrer. El lugar donde aparentemente tenían a Nastasia estaba a tres horas y media de camino, cinco si se tomaban descansos para comer y dar de beber a los caballos.—Alexander y Francis quedan a cargo de la seguridad.

—Sí señor.—respondieron los gemelos.

—Apoyen a Minerva en lo que necesite.—los miró de hito en hito. Damien era consciente de la frágil posición de la doncella, pero no cometería el error de subestimarla. Su capacidad de adaptación y respuesta a entornos hostiles era lo que la había dado su reconocimiento en primer lugar.

—Por supuesto, jefe.—lo reverenciaron.—Aguardaremos ansiosos su regreso.

—Eso espero.

Apenas los nueve desaparecieron tras la puerta Minerva tomó la palabra. Era la oportunidad perfecta para entablar un diálogo directo con sus pares y hacer valer su designación. Su intención era generar un ambiente cordial entre ellos y sus superiores.

—El almuerzo se servirá en treinta minutos.—anunció con una sonrisa.—Señoritas prioricen la limpieza del ala norte.

La zona de las armas había quedado algo trastocada luego de que los hombres tomaran sus respectivos implementos (armas, equipo de escalar y ropa cómoda)

—Sí señora.—respondieron las doncellas y se apresuraron a cumplir su orden.—Mis señores...—miró a Francis y a Alexander—...y Lady Lucinda—La joven había permanecido en la cima de la escalera durante toda la despedida—¿hay algo en lo que pueda ayudarles?

Minerva pretendía con su actitud solicita ganarse el favor de ellos. Era una estrategia de primera categoría que aprendió de Portia.

—Por ahora no.—Francis le devolvió la sonrisa.—Nos veremos en el almuerzo a la hora acordada.

—¿Y usted milady?

—No, gracias.—Lucy estaba molesta porque nadie le había advertido que el señor Bleiston se marcharía y menos de esa forma.

—Como gusten.—Minerva se despidió de ellos con una reverencia.

—Quite esa cara milady que se va a arrugar si sigue así.—la regañó Bonnie. La doncella se había aislado voluntariamente del resto para permanecer a su lado.

—¿Por qué no me lo dijo?—se quejó la joven harta de tanto secretismo. El aura enigmática de Bleiston amenzaba con axfisiarla.

—Debió tener sus razones.

Prohibido AmarteWhere stories live. Discover now