Una parada inesperada

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Quia timor quem timebam evenit mihi, et quod verebar accidit.
Nonne dissimulavi? nonne silui? nonne quievi? et venit super me indignatio.

Iob 3, 25-26

Miku ingresó a la estación de tren y se aproximó a la ventanilla para comprar un boleto para Tokio.

Eran las 21:00hrs y su tren salía a media noche. Tenía tiempo de sobra, pero no sabía que hacer. Decidió dar un paseo por algunas tiendas que habían en el lugar. Ingresó a un local que se llama: Librería Maid: AL PASO.

-¡Bienvenida! -saludó la vendedora, que estaba vestida como maid, realizando una venia

-¡Buenas noches!- Respondió Miku al saludo.

-¿Está buscando algún libro en particular?- Preguntó amablemente la vendedora.

-Sí, quiero saber si tienen libros de Walter Benjamin o de la Escuela de Frankfurt- respondió Miku con ganas de molestar y de probar a la vendedora.

-¡Claro que sí! Tenemos una sección dedicada a los autores Occidentales. Puede verlos sin ningún compromiso.

-¿En serio? Me alegra mucho escuchar que tengan ese material bibliográfico.

-¡Sígame por favor! Le voy a mostrar la sección que le mencioné. También tenemos una sección dedicada al pensamiento árabe-islámico.

-¡Oh! ¡Que maravilla! ¡Gracias por el dato! Pero de momento me quedaré aquí viendo a los autores que le mencioné- Respondió Miku amablemente a la vendedora.

Le extrañó mucho ver una librería maid porque por lo general las maid tienen una razón de ser en un ambiente de comida, pero en una librería es realmente nuevo y muy randon.

Miku empezó a ver los libros de Walter Benjamin con gran interés. Agarró El libro de los pasajes una monumental obra de investigación sobre el desarrollo del capitalismo en el siglo XIX y sus consecuencias en la modernidad. Leyó la introducción y rápidamente se dió cuenta de la importancia que tiene el mesianismo de Marx para la Teoría Crítica. Agarró con gran premura otro libro titulado: Tesis sobre la historia del mismo autor y empezó a leer la primera tesis:

«Sabido es que debe haber existido un autómata construido de tal suerte que era capaz de replicar a cada movimiento de un ajedrecista con una jugada contraria que le daba el triunfo en la partida. Un muñeco, trajeado a la turca y con una pipa de narguile en la boca, se sentaba a un tablero, colocado sobre una mesa espaciosa. Gracias a un sistema de espejos se creaba la ilusión de que la mesa era transparente por todos los costados. La verdad era que dentro se escondía, sentado un enano jorobado que era un maestro del ajedrez y que guiaba con unos hilos la mano del muñeco. Una réplica de este artilugio cabe imaginarse en filosofía. Tendrá que ganar siempre el muñeco que llamamos <<materialismo histórico>>. Puede desafiar sin problemas a cualquiera siempre y cuando tome a su servicio a la teología que, como hoy sabemos, es enana y fea, y no está, por lo demás, como para dejarse ver por nadie».

-Walter Benjamin está adelantado a este tiempo, su pensamiento es intempestivo, pero es posible comprenderlo si solamente si se tienen los marcos categoriales del marxismo y de la teología judía en especial del mesianismo revolucionario- pensó para sí misma y se preguntó: -¿Itsuki conocerá la obra de Benjamin? ¿Estará familiarizada con el marxismo mesiánico o será una de esas marxistas ortodoxas que no cuestionan sus fundamentos?

Tras la lectura de la primera tesis sobre la historia de W. Benjamin Miku empezó a intrigarse por saber quien era realmente «enano jorobado» que hace posible la victoria en el juego de ajedrez. Y por otro lado deseaba encontrar a Itsuki para platicar sobre Marx y el Materialismo histórico.

Amor sin piedad: De La Deconstrucción Del Amor Humano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora