Prólogo.

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- Sal del coche. -Sentenció su padre, con una voz tan fría y rota que quemó la mejilla del muchacho.

William Morrison no podía creer lo que estaba pasando. Su padre, su primer héroe, lo estaba abandonando en un internado sombrío a las afueras del pueblo.

- Papá, por favor... -Suplicó el muchacho- No puedes dejarme aquí... No puedes...

- Sal del coche. -Repitió el hombre, con el mismo tono de voz.

William se rindió. En cuanto su padre le ordenó empaquetar sus cosas, supo que había perdido la batalla.

Lo que William no sabía era que su padre quería llorar. Volver a arrancar y llevarse a su hijo consigo. Pero no podía. Al fin y al cabo, no dejaba de ser otro monstruo que conseguiría romperle el corazón.

- Aquí estarás mejor... -Comentó el progenitor, algo relajado.

- Pero papá... Ya sabes lo que dicen de este lugar. No puedes estar hablando en serio...

- Lo siento, hijo... Te quedarás en Lexington Academy. Es lo mejor.

William salió del coche, derrotado. Abrió el maletero y sacó sus dos maletas en las que había guardado a los causantes de que se encontrara en aquella situación.

Una mujer de cabello rubí y preciosos ojos esmeralda se acercó hacia el hombre que salía de su vehículo para acompañar a su hijo hasta la puerta del internado.

William aprovechó para echar un último vistazo al que, hasta aquel momento, había sido su héroe y protector.

William podía ver como el cabello negro heredado de su padre comenzaba a volverse blaquecino por la aparición de algunas canas. Sus ojos marrones mostraban pena y cansancio, como si le doliera dejar a su hijo en ese lugar.

El hombre era alto y le sacaba casi dos cabezas a la mujer frente a él. Además, era corpulento, por lo que era casi dos veces más ancho que la pelirroja.

- Bienvenido a Lexington Academy, señor Morrison. Aquí enseñaremos a su hijo a ser todo un caballero. -La mujer miró al muchacho, que sintió como si la mirada de la mujer se clavara en su piel- Por aquí, por favor.

William no supo decirle que no a la mujer. Como si estuviera hechizado, comenzó a seguir a la pelirroja en completo silencio.

El padre de William lo abrazó una última vez, subiéndose al coche. Allí, dejó que las lágrimas, que tanto luchaban por caer, se precipitaran sin descanso contra su regazo.

- Bienvenido a Lexington Academy, William...

- Gracias, supongo. -Respondió el joven, sin saber que decir.

Mientras William seguía a aquella mujer, una misteriosa figura encapuchada se desvaneció al ver al muchacho.

- William Morrison, el hijo de Delia acaba de llegar. Al parecer, es capaz de levitar cosas.

- Ya veo... -Sentenció Thomas Terrance, director de Lexington Academy- Muy bien. Su llegada está cerca, no lo olvidéis.

El encapuchado volvió a desaparecer, a la vez que la pelirroja llamaba a la puerta.

- Adelante. -Sentenció el anciano, haciendo que William abriera la puerta.

Tras La Puerta Del Infierno [Remastered]Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu