Capítulo 44.

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La batalla final se había desatado en el mismo infierno en el que había empezado la guerra. Los jardines de Lexington ardían desde hacía rato. Olivia usaba un conjuro de agua para apagar las llamas, pero estas eran reavivadas por la feroz batalla.

William saltaba sobre Seúl, el cual hacía aparecer su espada de Oscuridad, para repeler todos los ataques del muchacho. Katia usaba sus poderes para ayudar a su hermana y Duke absorbía todo aquello que podía para ayudar en la feroz pelea.

Elizabeth se teletransportó detrás del Jerarca, consiguiendo cortarle con los Chakram, pero éste la golpeó, mandándola contra los setos del Laberinto del Silencio. William usaba su daga de doble filo mientras que esquivaba los ataques de un poderoso Saúl. Los poderes de la Esfera lo habían hecho más fuerte, pero aún así, el Jerarca lo era mucho más.

Los arcángeles habían escondido a los humanos en el interior de la academia, los cuales observaban la batalla desde la ventana. Se sentían impotentes, pero, entendían que aquella batalla podría acabar con sus vidas. 

– Papá... ¿Por qué te marchaste?

– Como Delia os comentó, Anthony Marsh se hizo cazador. Una criatura sobrenatural lo mató, o, al menos, eso pensaron sus compañeros. Pero, como Anthony Marsh en realidad era un dios, sobrevivió al ataque de la criatura y al ritual de entierro de los Cazadores.

– Como nos dijeron que habías muerto...

– Ya no pude volver al lado de vuestra madre. Aun así, siempre he estado echándoos un ojo. Incluso en momentos en los que no debería.

Aiden se sonrojó al entender las palabras del hombre frente a él. Supo, en ese preciso instante, que su padre fue testigo de la entrega de amor de William y Aiden la noche en que el primero perdía la virginidad. 

Supo, en ese preciso instante, que su padre fue testigo del beso que le dio a Marcos y de como se dio cuenta de que amaba a William y que se había equivocado.

En el exterior, Elizabeth creaba dos esferas de luz blanca que lanzó contra Seúl, el cual las esquivó con facilidad. Duke corrió hacia William, guiñándole el ojo. William creó un tornado, lanzándolo contra el cambiaformas, quien se metió dentro.

– ¡Has fallado! —Exclamó Seúl, haciendo aparecer su espada y lanzándose contra William— ¡Y te has tragado a tu amigo por error! 

– ¡Ahora, Will! —Exclamó Duke, saliendo disparado del tornado para robarle el arma a Seúl.

– ¿¡Cómo!?

William cortó el aire, propinándole un corte en el pecho a Seúl, el cual fue lo suficientemente rápido como para tirarse hacia atrás, haciéndolo más superficial. Seúl se teletransportó frente a Duke, lanzándolo al suelo. Una vez allí, le dio patadas hasta que Olivia lo hizo volar con la fuerza de un huracán.

– Les has enseñado bien, Raven... —Dijo Beau, mirando a los muchachos luchar— Sigo odiando tener que dejarles a ellos luchar solos...

– Gracias, Beau. —Respondió la bruja, mirando a su amigo— Nosotros tuvimos nuestra lucha hace diecinueve años... Ahora les toca a ellos.

 William corrió a por el Jerarca, atacándolo cuerpo a cuerpo. Elizabeth lanzaba sus Chakram, pero Seúl esquivaba los ataques sin necesidad de verlo venir. Katia conseguía petrificar los pies del Jerarca, el cual detenía los puñetazos del Híbrido con puñetazos. Las ondas expansivas creadas por los choques tiraba árboles y sacudía arbustos. 

– ¿¡Qué no veis que no podéis contra mí!? —Exclamó Seúl, haciendo volar a William— ¡Rendíos o morid!

– Es demasiado fuerte... —Comentó Duke, levantándose del suelo, malherido.

– Tengo una idea... —Comentó William, levantándose también del suelo— Elizabeth, ven. Sigue mis palabras.

– Va... Vale...

¡Phasmatos incantatio, caelestia potestate, reducite eius animam ad latum alterum!

– ¿¡Intentáis devolverme al Otro Lado!? —El Jerarca estaba fuera de control— ¡Necesitáis que acepte mi regreso! ¡Y nunca lo voy a aceptar!

– ¡Usque dilacerant eius corde et liberi eius animam!

El Jerarca sintió como si, de lo más profundo de su cuerpo, algo lo estuviera rasgando. Al entender lo que William estaba intentado, corrió a atacar a los conjuradores, pero un escudo creado por Olivia repelió el ataque

– ¡Phasmatos incantatio, caelestia potestate, reducite eius animam ad latum alterum!

– ¡Tenemos que protegerles! ¡El hechizo destruirá el corazón de Seúl, pero no pueden detenerse! —Exclamó Olivia.

– ¡Continua así, Olivia! ¡Está funcionando! —Exclamó Katia, sujetando la mano de su hermana— Natura potentia, protego incantatio.

¡Morid! —Exclamó Saúl, creando un tornado contra William y Elizabeth.

Protego incantatio! —El escudo detuvo el tornado.

– ¡Usque dilacerant eius corde et liberi eius animam!

– ¡Malditos! —Gritó Seúl, mientras su corazón se hacía añicos, haciéndole caer al suelo fulminado.

Los cuatro Jerarcas habían sido derrotados. Los arcángeles volvieron al cielo. Y Aiden, quien salió del instituto para ver si William estaba bien, abrazó al amor de su vida.

– ¡Mirad el cielo! —Exclamó Mike, abrazando a Elizabeth.

Los muchachos miraron hacia arriba, viendo como las nubes negras se desvanecían, dando paso a un bello atardecer. Posiblemente, el más bonito y codiciado que pudiesen haber visto. Duke sujetaba a Olivia, quien tenía la mano de Katia sujeta, dándole el apoyo incondicional de hermana que siempre le había dado. Muchos habían perdido la vida, pero ninguno la había perdido en vano. Y, ahora, el fin del mundo había acabado.

– Es hora de que humanos y criaturas sobrenaturales coexistan sin miedo, ¿no crees? —Le preguntó el arcángel Gabriel a su padre, quien lo miraba sonriente...

– Después de lo ocurrido, creo que será mejor hacer que ambos lados hagan un pacto de paz. Y no sé si todos estarán de acuerdo...

– Lo estarán. Son mejores unidos que enfrentados. 

Y dicho eso, los siete arcángeles volvieron al cielo, como si jamás hubiesen estado ahí.

Tras La Puerta Del Infierno [Remastered]जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें