Capítulo 17.

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William se dirigió a la biblioteca, dispuesto a investigar sobre las Almas. Estaba seguro de que Peter y Rebekah habían sido los asesinos de Blair, pero necesitaba saber qué eran realmente las Almas para poderlo confirmar. Desgraciadamente, no había mucha información sobre ellas. Además, el aspecto desgastado de Blair concordaba con las antiguas ilustraciones que se tenían sobre como quedaba el cuerpo al ser atrapado por una de esas guardianas. A excepción de las marcas de los colmillos, claro.

– Deberías estar en clase, William. —La voz de Beau frente a él ni siquiera alteró al muchacho, quien levantaba la mirada del libro que estaba leyendo— No puedes saltarte las clases así como así... Hay normas.

– Blair fue asesinada, Beau. No fueron las Almas. —Sentenció el castaño, llamando la atención del ángel— En cada lado del cuello tenía dos incisiones a la misma distancia y de la misma profundidad.

– ¿Han sido vampiros? —Preguntó el profesor, intrigado.

– Los Terrance. Estoy seguro. Hoy observaban como se llevaban a Blair con una sonrisa siniestra. Quizás la drenaron, agotándola, y la lanzaron a las Almas. Blair sería incapaz de defenderse...

– Eso es una acusación muy seria, Will. Lo sabes, ¿verdad?

– Y aun así, me crees. Puedo sentirlo. —Sentenció el muchacho, volviendo a mirar al libro entre sus manos— ¿Qué podemos hacer, Beau? Expulsarlos solo los dejaría libres al mundo exterior. Y el mundo no se merece la brutalidad de esos dos...

– No hacemos nada, Will. Si Peter y Rebekah Terrance han asesinado a una alumna, el Karma los pondrá en su lugar.

– No soy muy partidario del Karma, la verdad... —Beau sonrió, dándose media vuelta y encaminándose a la salida de la biblioteca.

El sonido de un libro caer de una estantería asustó al muchacho, quién en un principio creyó que alguien los había espiado y había oído su conversación. En cuanto cogió el libro, el título de este le llamó la atención, abriéndolo para leerlo.

La leyenda del Karma

En la antigüedad, Dios creó cuatro criaturas a su imagen y poder. Estas cuatro criaturas pasaron a llamarse los Cuatro Jerarcas.

Zebulón, el hermano mayor, representaba el poder divino. Saúl, el segundo más mayor, representaba la gracia divina. Ajiel, el mediano, representaba la belleza divina. Y, Kadosh, el pequeño, representaba la bondad divina.

Kadosh solía pelear con sus hermanos mayores por cualquier cosa. Mientras que uno era fuerte, el otro virtuoso y el tercero bello, Kadosh no tenía una virtud de su padre. Y eso lo hizo cabrear. Cuando fue a ver a Dios para pedirle explicaciones, éste le dijo que era el encargado de transmitir la bondad en los mundos que estaba a punto de crear.

El hermano menor cayó en la envidia, peleando con sus hermanos mayores. Y, de la más pura bondad, creó los seres más contaminados de la existencia: Los Leviatanes. Los cuatro hermanos se declararon la guerra. Dios, para poner paz, decidió crear a los ángeles

Pero, en cuanto Lucifer se negó a amar a la Humanidad como amaba a Dios, éste lo desterró al infierno junto a sus seguidores, perdiendo un gran número de ángeles. Los Caídos se terminaron convirtiendo en demonios, criaturas oscuras con ansía de sangre que se asociaron con los hermanos mayores, empezando la denominada Gran Guerra Celestial.

Los ángeles, inferiores en números y absortos ante el poder de los demonios y los jerarcas, unieron sus almas a siete ángeles, que se convirtieron en los conocidos arcángeles del Cielo. Éstos, con ayuda de Dios, crearon toda la jerarquía angelical conocida actualmente.

Tras La Puerta Del Infierno [Remastered]Where stories live. Discover now