Capítulo 4: Damon, la protección del menor

58 3 0
                                    

El reloj aún marca las 02:07 cuando el tiempo vuelve a la normalidad. Julian sale de la cama con tranquilidad a limpiar la sangre de su nariz, dejando a los 7 a la espera de la siguiente historia.

- ¿Ven cómo ha empezado a sangrar sin que a él le cause mayor preocupación? - Pregunta Damon, el demonio de soberbia— Gracias a mí, él se ha acostumbrado a esto. Ya no le teme a lo que pueda pasarle, ya no le teme a nada después de aquella noch...

- Después de aquella noche, ¿no, Damon? —Damon es interrumpido por Julian quien ya ha regresado a la habitación.

Julian se acerca a los 7 mientras sostiene su nariz con un trozo de papel con alcohol. Aún sigue sangrando pero en menor grado. Está descalzo con solo el interior puesto. La gente normal en esta época llevaría puesta un par de medias y una pijama abrigadora, pero Julian tiene el fuego de Lyam y la seguridad de Damon; Nada puede pasarle. Recuerdo que la gente solía preguntarle con cierta admiración el por qué nunca tenía miedo a nada o si era cierto el que definitivamente no pudiera sentir nada. Todo aquello era verdad.

- La noche había llegado —Julian empieza a relatar lo acontecido aquella noche — Tenía 7 años, estaba en mi habitación sobre mi cama, la cual se encontraba al costado izquierdo de la puerta de mi dormitorio. Es una mucho más pequeña que la que tengo ahora. Era de tubos de fierro verde con colchón de paja. La cabecera tenía una gran lata de metal en todo el centro con una imagen de flores en la que de pequeño solía imaginar que salían dragones rojos echando fuego por la boca, los cuales yo mataba con las manos. Sí, era la cama en el que solíamos dormir mi abuela y yo. Yo me la había traído a 'casa' para poder dormir — con ojos de melancolía recuerda Julian aquella cama en la que solía compartir largas charlas con los primeros que lo protegieron —.

Los 7 miraban a Julian un tanto nerviosos después de contarles lo de los dragones, y es que en realidad no eran dragones si no los demonios que desde que él era pequeño querían salir, en especial Lyam o 'el dragón rojo' que tanto recuerda. Pero él se sentía amado, él se sentía protegido, y la verdad es que sí lo estaba. Cada vez que Julian quería explotar de rabia, Lyam salía echando fuego a tratar de apoderarse de él, pero un 'Ya no te enojes', un abrazo y un 'te quiero' seguido de un beso en la mejilla lo calmaba, haciendo que aquel 'dragón rojo' desapareciera. Era su tía, a la que tanto amó, la única con el poder de controlar el mundo interno de éste, la única hasta que conoció a Isabella. Él nunca supo que se trataba de sus 7 compañeros nocturnos, no era necesario que lo sepa. 

- Del otro extremo de la habitación se encontraba otra cama — prosigue Julian —, una de madera, con sábanas blancas y una pequeña almohada. Era de mi hermano menor. Dos años menor. 'es muy pequeño para vivir lo que nos tocó vivir' me repetía cada noche para darme valor. No sabía lo que venía, pero cada vez que el sol se ocultaba, cada noche cuando la luna reinaba, mi 'hogar' se convertía en su infierno en el cual mis protectores luchaban por ver quién tenía más poder sobre el otro —los 7 sonríen pues  sabían que algo grande está por ocurrir—.

Repentinamente Julian se pone tenso al recordar aquella noche. Su voz empieza a cambiar, es como si una voz muy fría, gélida, hablara por él, al punto de carecer de sentimientos. Julian cierra los ojos y son transportados a sus recuerdos.

'TE VAS A MORIR, CONCHETUMARE' fue lo primero que escuchan al llegar a sus recuerdos. Aquella voz le pertenece a la madre de Julian. '¿A quién podría estarle gritando tal cosa?'. 'Ah sí, a su padre'. '¿Y dónde está Julian?'. 'ya lo vi' —murmuran los demonios que acompañan a Julian en aquel regreso de su noche en su conciencia—.

Julian, atemorizado por lo que está ocurriendo, se encuentra en su habitación con las puertas cerradas. En brazos tiene a un pequeño; su hermano. Un par de años menor que él, muy inocente pero con temor. Julian ya está lleno de ira, pero sin saber qué hacer. 

- Recuerda que tienes mi poder, Julian. ¡Hazlo! —Lyam susurra pero Julian no puede moverse por el miedo.

- Vendrán días aun peores de los que hasta ahora has vivido. Pero nunca pierdas el valor. Mira y date cuenta que eres grande. Él único capaz de acabar con todo esto. Naciste para grandezas. Sal y enfréntate al infierno. Desde ahora no estarás solo porque nosotros te acompañaremos —fueron las palabras que salieron desde el pecho de Julian como humo hasta materializarse—. Mi nombre es Damon —este nuevo ente finalizó.

De alguna manera Julian sabe de quién se trata, y lo entiende perfectamente. Ya no tiene miedo. Se siente grande y fuerte. Lleno de ira y creyéndose invencible, decide salir a enfrentarse a su nuevo infierno, pero hay un problema; el pequeño inocentón.

Su hermano es pequeño, de grandes ojos y cabello no tan fino como el de él. Julian lo ama demasiado puesto que después de llegar a 'casa' es con el único con quien puede jugar. Además de eso, él no quiere que el pequeño se llene de demonios como él ya lo ha venido haciendo. Por ende, tiene que protegerlo del infierno que sus 'protectores' causan cada noche. 

- Métete aquí y no salgas hasta que yo regrese —dice Julian señalando debajo de su cama.

- ¿Por qué lo proteges? —preguntó su nuevo amigo — Tú serás más grande si caminas solo con nosotros. 

- No sería capaz de entenderlo, él no sería capaz de soportarlo. Tengo que protegerlo.

Desde la oscura parte inferior de la cama del pequeño puede escucharse el infierno que se vive en la sala. Desafortunadamente el menor escucharía con un tanto de temor aquella batalla que su, ahora, pequeño 'héroe' iba a luchar.

Julian sale de la habitación y grande fue su sorpresa al ver a su padre con algunos rasguños y, ahora, avergonzado porque él lo está viendo. Sin embargo, fue peor cuando volteó a ver quien estaba frente a su padre.

- ¡DEJA ESE CUCHILLO, MIERDA! —grita con voz lleno de ira y de dolor aquel pequeño Julian sin creer lo que estaba pasando. Su madre está de pie en el otro extremo de la sala, con un gran vestido largo que de haber sido negro hubiera sido confundido con el de la muerte. Ella está amenazando a su padre. Julian ya no tiene miedo, así que la mira fijamente con tanta cólera, y algo mucho más fuerte que hasta ese momento no conocía. Ella se da media vuelta y se encierra en su habitación. Su padre no dice nada durante toda la noche. Julian regresa por el pequeño quien sabía que todo estaría bien si Julian regresaba a sacarlo de ahí tras haber acabado; así fue. Sin lágrima alguna y con una gran sonrisa, estira su mano para sacarlo de ahí.

- Todo está bien. No te preocupes. —Julian sonríe, mientras el pequeño, nervioso, lo toma de la mano tan fuerte que hacía notoria su preocupación.

El pequeño nunca supo lo que en realidad ocurrió. Y nunca sabría lo que ocurriría cada noche después de la de aquella  puesto que siempre era protegido debajo de su cama, y no tuvo pista alguna gracias a que nunca vio llorar a su 'héroe', ni si quiera 'protegerse' como él, y no era necesario protegerse porque era su infierno, en el que él había nacido y no le pertenecía al pequeño. Era su batalla sola, entre él y sus malditas noches.

Hace dormir al pequeño. Regresa a su cama. Recuesta su cabeza sobre su flacucha almohada, tan vacía como el corazón de Julian. '¿Qué ocurre?' se repite una y otra vez. Finalmente, empieza a llorar. 'Sshhhh' se dice a sí mismo. Sólo llantos ahogados para no despertar al pequeño. Tiene una cosa en su cabeza; sus 'protectores' en lucha.

- Es que está ya escrito que llegará el día en que la noche no se vaya más, la oscuridad se apoderará de la tierra y será el momento en que todo acabe. Sólo aquellos que posean una luz podrán salvarse —se escucha una nueva voz desesperanzadora, sintiendo algo que le desgarra el corazón, quedándose totalmente frío, sin otro sentimiento que no sea el de querer desaparecer a todo el mundo. Sin deseo alguno que no sea otra que el de la muerte.

...

'Puedes gritar todo lo que desees. Mientras tú no te escuches a ti mismo, nadie más lo hará'

Julian G.A.

Cartas nocturnasWhere stories live. Discover now