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Miré a Damon mientras esperaba una respuesta válida por su parte.

─Fue sin querer.

    Se encoje de hombros y me mira con una sonrisa de niño inocente. A mí no me engaña; de inocente no tiene ni el pelo.

─Lo siento –sonrío y le doy un rodillazo en sus partes ─, fue sin querer.

    Damon cae al suelo, gimiendo por el dolor que yo le he causado y deseando no haber perdido mi navaja de la suerte. Esto se lo ha buscado él solito.

─Para la próxima vez que tengas los huevos suficientes para perder, tocar o mirar un arma que me pertenezca –le amenazo, agachándome y mirándole a sus queridos ojos azules ─, recuerda que tú puedes terminar peor que un muerto.

    Le sonreí y me levanté del suelo para dirigirme a la salita donde suelen estar las nueve personas que componemos este bando de mierda. Entro y veo a Néstor hablar con Logan y a Trevor hablando con Axel, Leo, West y Paul. Una vez que todos notan mi presencia, me sonríen y se callan mientras me miran fijamente esperando una respuesta. Trabajar con ocho chicos, ser la única chica y mandar sobre todo el mundo por ser la líder del bando más temido del pueblo, es fácil o al menos mis chicos hacen que sea fácil.

─ ¿Qué ha pasado con Damon? –me pregunta Néstor, preocupado por lo que le haya hecho a su amigo.

─Sólo le he dado un rodillazo en sus partes íntimas.

─ ¿Y se puede saber por qué razón le has dado? –salta Logan, el más serio y justo del bando ─. Sólo te ha cogido una navaja; tenemos muchas en el almacén.

    Me acerco a él y lo cojo de la sudadera negra que lleva. Le miro directamente a sus ojos grises y frunzo el ceño. Aunque los ame con toda mi alma, siguen siendo unos capullos que algún día conseguirán su muerte.

─Primero: era mi navaja de la suerte –le suelto pero sigo con la misma cercanía, logrando intimidarle ─. Y segundo: no quieras que te pase lo mismo que a Damon.

    Asiente repetidas veces. Me separo de él y le doy un beso en la mejilla antes de acercarme de nuevo a la puerta y decir unas palabras antes de que me vaya a mi habitación:

─Mañana a las nueve os quiero en la sala de entrenamientos –les ordeno y me marcho de allí directa a la pequeña habitación donde está mi cama y mi ropa.

    Mañana tendré que decírselo. Ellos deben saber a lo que nos enfrentamos; deben saber que sus vidas están en peligro por mi culpa.

ASTRA [PAUSADA]. (#PNovel)Where stories live. Discover now