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Me meto en la ducha y me limpio todo el cuerpo con la rapidez que me es posible. Una vez lista, vuelvo a mi habitación con una toalla atada al cuerpo y con el pelo húmedo cayendo por mis hombros y pegándose a mi cuerpo. Entro en mi habitación y me pongo, primero, la ropa interior, luego el top negro deportivo, unos pantalones de chándal anchos de color gris, mis deportivas blancas y me pongo las vendas en las manos. Cojo mis guantes rojos de boxeo y salgo de mi habitación en dirección a la cocina.

    Una vez en el gimnasio (después de tomarme una manzana y coger una botella de agua de la cocina), me pongo los guantes de boxeo y me coloco frente a la bolsa hecha mierda que siempre usamos para entrenar; en especial, yo. Son las ocho y media, todavía tengo un rato antes de que los chicos lleguen y yo tenga que darles esa horrible noticia.

(...)

    Estaba dando unos golpes demasiado fuertes a la bolsa de boxeo, y de pronto, escucho un carraspeo en la puerta. Paro y gruño antes de quitarme los guantes, las vendas sudadas y coger una toalla de la silla donde siempre las dejamos.

─ ¿Para qué querías que viniéramos aquí tan temprano? –me pregunta Damon, mirándome junto a sus amigos, de brazos cruzados y esperando, impacientes, una respuesta ─. Nunca entrenamos antes de las once.

    Respiro hondo y me limpio el sudor frío de la frente antes de tirar la toalla sucia al suelo

─ ¿Recordáis a Jorge? –empiezo, intentando que lo comprendan a la primera.

─ ¿Nuestro Jorge? ¿El que antes era el colíder de este bando? –pregunta Logan, interesado por la conversación.

    Asiento y aprieto las manos en dos puños, intentando tranquilizar mi furia hacia ese engendro.

─Ese Jorge, nos ha amenazado –digo del tirón, viendo las caras de sorpresa de todos ellos ─. Dice que, o le damos el pueblo, o nos mata a todos.

    Me guardo la parte en la que todo está ocurriendo por mi culpa. Creo que será mejor esconder ese pequeño secreto para cuando tenga la oportunidad y pueda decírselo todo a todos ellos.

─ ¿Has probado en buscarlo y matarle? –espeta Paul, sonriendo orgulloso por su tonta ocurrencia. No lo mato, porque le necesito para ganar esta guerra de mierda.

─ Sí, lo he probado –gruño y resoplo, cansada de todo.

─ ¿Entonces cuál es el problema? –contraataca West, uniéndose a la conversación.

─ Pues que tiene un bando de casi doscientas personas y que está escondido por alguna parte, planeando nuestra muerte –gruño, sintiendo unas inmensas ganas de romperle la cara a alguien.

    Todos se quedan en silencio, mirándome pensativos e intentando aguantar las ganas de cargarse a Jorge y a su maldito bando. Lo veo en la mirada azulada de Damon, en los labios fruncidos de West, en los ojos cerrados fuertemente de Axel y Paul, en la mandíbula tensa de Néstor y Trevor, pero me sorprende a mí misma al ver como Logan me mira tranquilo, sin mostrar enfado alguno. Está neutro y eso me cabrea aún más.

─Necesitamos gente –dice Trevor, después de un par de minutos en silencio, pensando entre nosotros ─. Tenemos que conseguir a más miembros antes de una semana.

─ ¿Tienes un plan?

─Siempre tengo un plan, enana –me sonríe y sale del gimnasio seguido por los chicos, dejándome sola de nuevo.

    Eso es lo que me gusta de Trevor: siempre tiene un plan y siempre salen bien. Por algo soy la jefe de este bando tan único y fuerte: porque sé mandar como nadie, y porque siempre elijo bien a los miembros que nos componen. Jorge se va a enterar de lo que somos capaces. Contra mí, nadie.

ASTRA [PAUSADA]. (#PNovel)Where stories live. Discover now