2.

43 13 5
                                    




Después de que Trevor y los chicos se marcharan, volví a mi habitación y me duché de nuevo. Me vestí con ropa ancha, me puse unos guantes negros de cuero con los dedos cortados y cogí mis armas. Guardé dos navajas en los bolsillos internos de mi chaqueta negra, y una Desert Eagle junto a las navajas. Salí de mi habitación de mierda, del edificio abandonado donde vivimos y cogí el Volkswagen rojo que me regaló mi padre cuando maté a mi primera víctima.

Conduje durante más de una hora, salí del pueblo y entré en el vecino, donde me conocían por mi nombre y no por mi aspecto. Aparqué el coche en una calle desierta y me bajé de él. No lo cerré, pero me importó poco.

Entré en la casa blanca de Jorge y lo busqué por todas partes; pero no estaba. Gruñí frustrada y salí de ahí dentro. Todo estaba igual que la última vez que entré: los cuadros feos colgados en las paredes grises, los jarrones azules encima de cada mesa que te encontrabas, las armas escondidas en el mismo rincón debajo de las escaleras y los cuartos igual de hechos mierdas que hace dos putos años.

Me metí de nuevo en mi coche y me fui de ese pueblo de mierda de nuevo al edificio.

(...)

Cuando llegué, cerré el coche y entré, no vi a nadie. Miré la hora y me di cuenta de algo: ¿Dónde quiero que estén los chicos un sábado a las dos y media de la madrugada? Conociendo a Damon, estarán de fiesta, emborrachándose y buscando diversión de alguna forma que no sea creando una masacre.

Sonreí de forma inconsciente y comencé a caminar hacia la sala de entrenamientos mientras me quitaba los guantes sin dedos, y dejaba la Desert Eagle en la mesa de la cocina. Me até el pelo en una coleta alta y volví a sonreír cuando sentí la presencia de alguien detrás de mí. Un perfume llegó a mis fosas nasales y supe en ese momento de quién se trataba: Trevor.

Respiré hondo y saqué una de las navajas, rápidamente, del bolsillo interno de mi chaqueta. Me giré de golpe y le di una patada por detrás de los tobillos, haciendo que cayese al suelo de golpe. Le puse el pie izquierdo en el pecho y empecé a pisar fuerte, haciéndole daño y ahogándole sin aire suficiente llegando a sus pulmones. Estiré el brazo con la navaja en la mano, agaché un poco el cuerpo de cintura para arriba y le sonreí mientras le colocaba la navaja en el cuello.

Sus ojos verdes amarillentos reflejaban sorpresa y miedo al mismo tiempo. Lleva trabajando conmigo seis años y se sigue sorprendido cada vez que lo ataco. No sé si es porque una chica puede con él, o porque a pesar de ser pequeña sé defenderme... no sé, pero tampoco me apetece averiguarlo.

─Vale, Astra, ya lo he pillado –susurra, respirando con dificultad y mirando la navaja con temor ─. ¿Puedes dejarme respirar?

Lo suelto y me sonríe avergonzado mientras se peina su pelo negro con las manos. Me meto la navaja de nuevo en el bolsillo interno de la chaqueta, junto a la otra.

─ ¿Cómo has sabido que era yo? –me pregunta después de colocarse su tupé negro de una forma cómoda en su cabeza.

Sonrío y me muerdo el labio inferior. Me cruzo de brazos y le miro directamente a los ojos. Hay dos opciones: o tiene el plan listo y sólo quería ver mi fuerza; o es gilipollas y de verdad no se da cuenta de que dos gotas de perfume en su ropa podría haberle costado la vida.

─No lo sé –me hago la tonta, mientras camino alrededor de él ─. Puede que haya sido por el bote de perfume que te has echado y que solo tú usas.

─Verdad...

Sonríe y se rasca la nuca, haciendo que yo frunza el ceño. Algo va mal, solo hace eso cuando está verdaderamente nervioso (que no es el caso) o porque el plan que tiene en mente va realmente horrible.

─Habla, capullo inteligente –le ordeno, mirándole cabreada. Me estoy poniendo de muy mala hostia y eso no es para nada bueno.

─No tenemos el tiempo suficiente para reunir a más de cincuenta personas –se quita la mano de la nuca y me mira serio ─, así que tendremos que ir al círculo a reclutar gente.

─ ¿Cuánto tiempo tardaríamos en conseguir a más de doscientas personas y averiguar cosas sobre ellas?

Empieza a contar con los dedos de la mano y susurrando cosas que ahora mismo no estoy por oír. El lado positivo de todo esto es que iremos al círculo y podré romperle la cara a algún engendro mal nacido.

─Entre todos y sin descansos, unos doce días.

─Busca a los chicos y tráelos para que se preparen –sonrío maliciosa y saco las dos navajas del bolsillo interno ─. Esta va a ser una buena guerra.

ASTRA [PAUSADA]. (#PNovel)Where stories live. Discover now