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Llegué al almacén cerca de las una y media de la madrugada. Dejé la bolsa repleta de armas en la parte trasera de mi coche, y solo cogí dos navajas antes de bajarme del Volkswagen.

Entré y caminé hacia la sala de entrenamientos. La luz estaba encendida y pude ver a mis chicos allí dentro. Me acerqué a ellos hasta que fueron lo suficientemente inteligentes como para notar mi presencia, y les sonreí.

─He conseguido gente –les informo, en especial a Trevor, quien me mira con el ceño fruncido ─. Mañana estarán esperando en la puerta del almacén.

─ ¿Sabes lo peligroso que es invitar a desconocidos al almacén? –espeta Logan, muy cabreado y fulminándome con su mirada gris.

─A ella le gusta el peligro, ¿lo recuerdas? –suelta Damon, colocándose a mi lado y abrazándome de la cintura.

Asiento de acuerdo a lo que ha dicho mi amigo y le sonrío a Logan. Es un imbécil que no sabe relajarse un poco.

─Yo me ocuparé de averiguar cosas sobre todos los que pueda –dice Trevor, sonriéndome ─. Llamaré a algunos amigos para que me ayuden y podamos acelerar algo de trabajo.

─Perfecto –contesto ─. Paul, quiero que mañana vigiles a todas las personas que vengan al almacén...

─ ¡¿Yo sólo?! –me interrumpe, mirándome con sus ojos azules oscuros negados a ayudar.

─Primero: vuelve a interrumpirme y te corto la lengua –gruño frustrada ─. Y segundo: no, no lo harás solo.

─ ¿Quién más me ayudará?

Me muerdo el labio inferior con rabia. Le acabo de advertir que no me interrumpiera si quería conservar su lengua, y ahora va el gilipollas y me interrumpe. No tiene cerebro.

─West, Leo, Néstor y Axel –le digo, mirándoles a cada uno de ellos con los brazos cruzados ─. Podéis coger todas las armas que queráis.

Asienten y se marchan por la puerta. Trevor y Logan se marcha detrás de ellos, dejándome a solas con Damon. Quito sus manos de mi cintura y doy un paso para atrás, creando distancia entre nosotros.

─ ¿Y yo que tengo que hacer? –me pregunta, mientras se cruza de brazos y se apoya en el marco de la puerta.

─Tú vendrás mañana por la noche conmigo al círculo a reclutar a más personas.

─Me parece bien –sonríe y se pone recto, mirándome a los ojos -. Y ahora podemos...

Se acerca a mí poco a poco, sonriendo seductoramente mientras se coloca las manos detrás de la espalda. Ya sé lo que quiere.

─Pedir pizza –decimos a la vez, una vez que estamos lo suficientemente cerca como para que un susurro sea escuchado solo por nosotros dos.

Soltamos una carcajada y salimos de la sala de entrenamientos en dirección al salón. Ahora viene lo mejor de una noche de duro trabajo: pizza a las dos de la madrugada.

ASTRA [PAUSADA]. (#PNovel)Where stories live. Discover now