Rendidos

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— ¿Bien? —la voz de Irene suena más aguda de lo que ella había pensado. Sherlock no respondió, simplemente sigue mirándola— Te marchaste con bastante prisa —Irene señaló sintiéndose irritada consigo misma.

Afirmar algo obvio la hace sentirse caer muy bajo. Sherlock no se burla de ella, sin embargo, no dice nada en lo absoluto. Él le observa como si tratara de ver más allá de ella, como si la respuesta a todos los problemas de la vida pudiera ser impresa en la parte posterior de su cráneo.

Un coche pasa a lado de ellos, salpicando las piernas y espalda de Irene. Sherlock se contrajo bruscamente y cualquier hechizo que hubiera en él parece irse. Él se inclinó hacia delante y tomo a Irene de su hombro, con un agarre que evita cualquier dolor.

— Irene —susurró— Omitamos la cena.

***

Irene no estaba completamente segura de cómo llegaron su habitación. Había un zumbido en sus oídos, un extraño e insoportable movimiento de sangre, lo único que parece sólido y real es la mano de Sherlock alrededor de su muñeca. Cerraron la puerta detrás de ellos y él la empujó contra ella, mirándola durante un largo momento antes de bajar la cabeza y presionar sus labios contra los de ella. Él la besa ligeramente esta vez, apenas haciendo más que un roce en sus labios, luego se movió para besarle la mejilla, su cuello. Es como si estuviera tratando de mapearla, medir su textura exacta y su sabor antes de comprometerlo todo a su memoria. Basta de bromas, piensó Irene. Ella agarra un puñado de su abrigo, tirando de él más cerca, profundizando el beso. Sherlock hace un ruido ahogado y luego responde con igual vigor. Su boca es caliente, codiciosa, por el momento enteramente suya. Irene se deja llevar cerrando sus ojos. Se pregunta ¿Cómo podría haber querido algo más que esto? La boca de Sherlock contra la suya, sus respiraciones ahogadas, sus dedos trazando las líneas de su cuerpo a través de su ropa. Sus besos son feroces, mordaces, pero sus manos son sorprendentemente suaves, cuando Irene abre los ojos ve que la mira con una especie de salvajismo, una expresión que es una pregunta a medias, una exigencia a medias.

Irene lo empuja hacia atrás, tirando su abrigo desde sus hombros y cayendo en el suelo. Ella lo
conduce hasta que la parte de atrás de sus piernas golpea la cama y se sienta abruptamente, inelegante. Irene lo mira por un momento, trazando la línea de su mejilla con un dedo, antes de subir a su regazo. Sherlock hace un ruido amortiguado e Irene sabe de repente, con una feroz avalancha de orgullo, que no ha hecho esto antes, no con nadie. Ella tira de su cuello, inclinando su cara hacia arriba, mordiendo su labio inferior.

— Irene...

Ella tiró de su camisa, deslizando su mano por debajo de la tela para tocarlo. Las manos de Sherlock apretaron su cintura, las uñas casi traspasaron a través de su ropa. El mundo se ha estrechado hasta un solo punto estrecho, esta habitación, la ropa húmeda y la carne caliente, y Sherlock respiraba desordenadamente en su oído.

— Irene —la cara de Sherlock está enterrada en su cuello—. Yo no... no sé...

— Shh —Irene respondió, y retrocedió, poniéndose de pie. Sherlock la mira, con ojos ardientes. Lentamente, Irene se quita el abrigo y luego tira la cremallera de su vestido y sale. Sherlock paso saliva mientras le observaba quitándose lo último de sus ropas. Él se mueve para desabrochar su propia camisa, pero Irene levanta una mano para detenerlo.

— Espera.

Mirándolo, recordó la primera vez que se encontraron, cuando se sentó en su sala de estar con ese ridículo collar de perro, la forma en que sus ojos se abrieron cuando la vio en su vestido de batalla. Ella, desde entonces, quería hacer esto y ahora, ahora finalmente tenía la oportunidad. Irene subió al regazo de Sherlock, empujándolo hacia atrás contra las almohadas, y él jadeó mientas las manos viajaban por su cuerpo, acariciando, tocando. Debía de sentirse incómodo, pensó Irene, con esas ropas húmedas, con los pantalones que crecen demasiado rápido en él. En este momento probablemente ni siquiera puede recordar cómo proceder para quitársela. No hay lugar para nada en su cabeza sino ella.

Dinning with Frogs.  {Traducción}Where stories live. Discover now