-Señora, ¿puedo hablar con usted un momento, de algo muy
importante?
-preguntó Nat, asomando la cabeza a la puerta de la habitación de
mamá Bhaer. La tía Jo levantó los ojos y contestó afablemente:
-¿Qué quieres, hijo mío?...
Nat entró, cerró la puerta y exclamó:
-Dan ha llegado.
-¿Quién es Dan?...
-Un niño a quien conocí siendo yo músico ambulante; él vendía periódicos
y me trataba con afecto; lo encontré en la ciudad, le dije lo bien que
aquí me hallaba, y se ha venido.
-Pronto ha deseado visitarte.
-No viene de visita; viene a vivir aquí, si usted quiere. -No sé quién es,
ni tengo antecedentes de él.
-Pensé que a usted le agradaba recoger a los niños pobres y tratarlos
con el cariño con que me trata a mí -observó Nat, sorprendido y algo
alarmado.
-Sí, pero antes necesito informarme y escoger, porque no dispongo, y
lo siento, de casa para todos.
-No sabía nada de eso, y por eso lo invité; pero, si no hay habitación,
tendrá que marcharse -murmuró Nat tristemente.
Conmovida y deseosa de no defraudar la idea que Nat se forjara sobre
la hospitalidad en Plumfield, mamá Bhaer dijo:
-Dame informes sobre Dan.
-No puedo; sólo sé que no tiene familia, que es pobre, que me trató
con afecto y que, de poder, le favorecería.
-Ya es algo lo que me cuentas, pero no sé dónde acomodarlo -advirtió
mamá Bhaer, siempre propicia al bien.
-Podría acostarse en mi cama; yo me iría a dormir al pajar; ahora no
hace frío y no me importa dormir sobre paja; peor lo he pasado en vida
de mi padre.
Emocionada y acariciando al muchachito, habló la tía Jo:
-Trae a tu amigo, Nat, y ya procuraremos acomodarlo.
Nat salió sonriendo alegremente y volvió en seguida trayendo a un
muchacho de aspecto poco simpático, huraño, de mirada medio atrevida,
medio insolente. Tras rápida ojeada, mamá Bhaer pensó: "No me las
prometo muy felices de mi nuevo huésped".
-Este es Dan -exclamó Nat.
-Nat me dice que te gustaría vivir con nosotros.
-Sí.
-¿No tienes familia ni amigos que te cuiden?...
-No tengo a nadie.
-¿Cuántos años has cumplido?
-Voy a cumplir catorce.
-Representas más. ¿Qué sabes hacer?...
-Casi todo.
-Si te quedas aquí, trabajarás, estudiarás y jugarás como los demás.
¿Te parece bien?
YOU ARE READING
Hombrecitos
Classics¿Es éste mi nuevo niño? Me alegro mucho de verte aquí y deseo y espero que te encuentres satisfecho -dijo la señora, acariciando al muchachito, que se sintió conmovido. La señora no era bella; pero en el semblante, en las miradas, en el gesto, en lo...